AMIGAS EN AUTOCARAVANA
En un camping de Valencia, dos niñas de diez años, Jawara y Andrea, se conocieron durante un verano. En realidad, ellas siempre viven en autocaravanas. Jawara con sus padres, Awa e Idrissa, y Andrea, con su madre, Celia.
Celia, la madre de Andrea, se dedica a tocar en la calle su handpan, tocando melodías mágicas que ella misma compone y, también, vende pulseras, collares y pendientes, que ella elabora. Aprovecha la época de vendimia para trabajar recogiendo uva y, en otras ocasiones, otros productos del campo. Por su parte, Awa e Idrissa, venden tallas de madera provenientes de Senegal, así como collares, pulseras y otros abalorios, que también proceden de allí. Idrissa toca el djembe y Awa baila al ritmo del tambor, atrayendo a mucha gente con sus bailes.
Jawara le enseña a Andrea algunas palabras en wolof, que es la lengua más hablada en Senegal, como “xale bu jigéen”, que es “amiga” en su idioma. Ambas se lo pasan muy bien compartiendo cosas y hablando de costumbres de cada uno de los países. También les gusta decorar las autocaravanas y, para ello, crean objetos con conchas marinas, piedras y otras cosas que van encontrando, para poder ponerlos en ellas. Siempre recogen conchas en la playa, después de haber estado con la madre de Andrea quitando basura que está desperdigada en ellas con sus palos, que tienen al final un pincho, que les facilita la labor.
Una mañana de sábado decidieron salir a correr. Les encanta ver quién llega antes a un sitio que han determinado antes de partir. Ese sábado habían apostado a ver quién llegaba antes al puesto de helados que se encontraba en la avenida cercana a la playa. Fueron corriendo con todas sus fuerzas, ya que, la que perdiera, tenía que invitar a la otra a un helado. En esta ocasión, aunque la cosa estuvo muy reñida, ganó Jawara. Una vez comprados los helados, se sentaron para comerlos.
Debido a su tipo de vida y teniendo que ir por distintos lugares viajando para poder ganar suficiente dinero para seguir, Celia había hablado con Mónica, la directora de un colegio de Valencia, que había estudiado con ella, para que su hija y la amiga de su hija, no tuvieran que acudir a clase y que pudieran estudiar por internet, presentándose, eso sí, a los exámenes. Así fue como Jawara y Andrea veían juntas las clases que Mónica les enviaba y hacían también juntas los ejercicios. Luego, cada una, en sus respectivas autocaravanas, estudiaban.
-2-
Andrea nunca había visitado París y le apetecía conocer esa ciudad, así que le pidió a su madre que fueran allí. Celia estuvo de acuerdo y se lo comentó a los padres de Jawara, que también estuvieron de acuerdo de ir todos juntos, así que comenzaron los preparativos para poder ir hasta allí desde Valencia. Irían primero a Barcelona, para seguir por Girona, de allí a Perpiñán, luego a Montpellier y otras ciudades, como Bourges y Orleans, hasta llegar a la adorada ciudad de París. Lavaron la ropa que iban a utilizar en una lavandería de autoservicio y después llenaron la autocaravana con suficiente comida para poder llegar hasta allí.
En uno de los campings en el que pararon, conocieron a un chico de su misma edad llamado Javi, que les estuvo hablando de que le encantaba hacer surf y les mostró fotografías encima de la tabla galopando olas. Andrea estuvo muy atenta a todo lo que le contaba sobre ello, porque ella siempre había soñado con surfear.
—Si coincidimos en un camping cerca del mar, yo te puedo enseñar a surfear, Andrea—expresó Javi mientras con las manos hacía el gesto de surfear sobre las olas.
—¡Eso sería genial, Javi! ¡Muchas gracias! Me hace muchísima ilusión. Siempre he deseado poder surfear—comenta Andrea mientras enrosca un mechón de cabello en su dedo índice.
—¡Pues ya sabes! Esperemos coincidir en alguna playa y a cabalgar olas. Ya verás lo divertido que es cuando ya has aprendido.
Volvieron a ponerse en ruta para llegar a París. Una vez en la ciudad del amor, como es conocida, decidieron tras descansar un poco, recorrerla por la tarde, dos horas después de haber comido.
En su primera tarde en París, las dos amigas convencieron a sus padres para dar un paseo en barco por el Sena, que comenzaba a los pies de la Torre Eiffel. Una vez dentro del barco, la emoción que tenían era tan grande, que algunas lágrimas acudían a los ojos de las dos de felicidad. Sabían que sus padres no tenían mucho dinero y ese paseo era un lujo para ellos. Desde el barco que iba desde la Torre Eiffel hasta la isla de Saint Louis, para luego volver al punto de partida desde allí, pudieron ver los Inválidos, el Parlamento, el Museo de Orsay, la catedral de Notre Dame, el museo del Louvre, el Gran Palais y algunos otros monumentos más.
Después de ir por el Sena haciendo montones de fotos, decidieron irse a comer un bocadillo a la autocaravana, porque ya no podían permitirse el lujo de gastar más. Cuando estaban cerca del lugar donde habían aparcado los vehículos, vieron a un pequeño perro muy sucio que andaba buscando comida por los contenedores. Jawara se acercó a él y el perro, puso las orejitas hacia atrás, pero se acercó a la niña. Ésta decidió cogerlo y llevarlo con ella, a lo que sus padres no se opusieron. Jawara y Andrea se pusieron muy contentas con el hecho de poder cuidar del pequeño perro.
Llamaron al perro Cam y le dieron de comer en la autocaravana, tras ir a una tienda a comprar comida para él, ya que Celia y Andrea son veganas y Jawara y sus padres, vegetarianos salvo por el hecho de comer huevos de granja. Celia se hizo vegana hace muchos años, cuando ni tan siquiera se hablaba prácticamente de ello. Ya desde niña intentaba no comer carne ni pescado, porque le daban pena ver cómo sacrificaban a los animales. En su lugar, comía muchas legumbres, frutos secos, mantequillas de frutos secos y otros productos que tienen proteína. También tiene que tomar suplementos de vitamina B12, pero eso lo hace una vez por semana con una cantidad suficiente, en vez de tomar a diario dosis más bajas.
El perro durmió tras jugar mucho con las niñas, en la cama con Jawara, después de lavarlo y secarlo muy bien. La madre de Jawara le proporcionó un cepillo para poder peinarlo cada día.
Al día siguiente, Celia les había prometido que irían al skatepark del Parque de Bercy, ya que es sin lugar magnífico para patinar y las dos niñas deseaban poder probar en ese lugar.
Jawara y Andrea se lo pasaron genial en el parque patinando, mientras Celia cuidaba de Cam. Tras dos horas en el parque, Celia les dijo que tenían que marcharse para preparar el espectáculo de la noche en una de las plazas. Por suerte, un amigo le había conseguido un permiso temporal para poder actuar allí. Era muy importante para ellos, ya que es con lo que ganan el dinero para poder vivir.
-3-
La experiencia de París fue magnífica para todos. Estaban muy contentos con todas las experiencias que habían acumulado en esos días, pero había que regresar. A la vuelta, pararon en un camping cercano a la playa y Andrea se acordó de las palabras que le había dicho Javier cuando se conocieron. Llegaron al camping por la mañana y encontraron un buen sitio para las dos autocaravanas. Jawara y Andrea se fueron a dar una vuelta y, cuando se adentraron en la playa, a lo lejos, vieron a un chico practicando surf. Andrea no se lo podía creer, era Javier. Decidieron entonces esperarlo en la orilla.
—¡Anda, si son mis amigas Andrea y Jawara! ¿Cuándo habéis llegado? —pregunta Javier mientras con un movimiento de cabeza se quita el flequillo de la cara.
—Acabamos de llegar, pero como nos apetecía ver la playa, pues aquí estamos y como te hemos visto, hemos decidido esperarte en la orilla—explica Andrea a la vez que hace un surco en la arena con su pie derecho descalzo.
—Pues ya que estáis aquí, vamos con los primeros ejercicios para aprender a controlar la tabla de surf. Todo en arena firme—expresa Javier con una enorme sonrisa.
Así fue como las dos niñas estuvieron varios días practicando en la arena junto a Javier. Les pidieron a sus padres el poder quedarse un poco más para poder aprovechar esa gran oportunidad, así que, haciendo un esfuerzo económico, se quedaron. La primera en subirse a la tabla en el mar fue Jawara, a la cual se le daba mejor que a Andrea, aunque ésta no desfallecía y seguía intentándolo a pesar de caerse en multitud de ocasiones.
Dos días antes de tener que marcharse, Andrea consiguió galopar las olas. Jawara y Javier aplaudieron sin parar durante mucho rato, porque no se había dado por vencida y lo había conseguido.
Andrea estaba muy agradecida a Javier por haber tenido tanta paciencia con ella. Sin su ayuda, jamás hubiera podido llegar a subirse en una tabla. El día que se marchaban, Andre se acercó a Javier y le dio un beso en la mejilla, después de haberle dado un abrazo, porque estaba muy agradecida y había conseguido un amigo muy especial. Prometieron los tres seguir en contacto e intentar pronto volver a verse.
Juana María Fernández Llobera
Esta web se reserva el derecho de suprimir, por cualquier razón y sin previo aviso, cualquier contenido generado en los espacios de participación en caso de que los mensajes incluyan insultos, mensajes racistas, sexistas... Tampoco se permitirán los ataques personales ni los comentarios que insistan en boicotear la labor informativa de la web, ni todos aquellos mensajes no relacionados con la noticia que se esté comentando. De no respetarse estas mínimas normas de participación este medio se verá obligado a prescindir de este foro, lamentándolo sinceramente por todos cuantos intervienen y hacen en todo momento un uso absolutamente cívico y respetuoso de la libertad de expresión.
No hay opiniones. Sé el primero en escribir.