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Opinión de Miquel Palou-Bosch

Miquel Palou-Bosch | 14 abr 2024


EL ESPIA SOCIAL

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ART BRUT

Fuente: Casal Solleric (Palma Mallorca). Exposición Artistas Gugging y Hospital Salud Mental (Son Espases), 04/12/2018-06/01/2019. Patrocinado por Ayuntamiento de Palma y Hospital Univ. Son Espases (Palma)

Imagen: Monti-Navarro, Guerau (2016, Mallorca). EL CASTILLO, 2023.

Conocemos el arte realizado por los profesionales, los artistas de renombre, los que han obtenido algún premio, los que tienen éxito en sus exposiciones, los que se sumergen en el mundo del diseño… Pero, ¿acaso no puede ser artista cualquier individuo que decida pintar o dibujar?

Así lo consideró Jean Dubuffet (1901-1985) en 1945, aquel año en el que, afortunadamente, la segunda Gran Guerra finalizaba en Europa. Este escultor, pintor e investigador y ensayista se interesó por los dibujos que realizaban los pacientes mentales, los niños y los presos, estudiando sus líneas y colores. Y, entre aquellas cromáticas configuraciones, encontrará tanto estampaciones tiernas e ingenuas como plásticas atroces y de cierto salvajismo, entre las cuales observará el suplicio y aflicción de sus autorías: almas cándidas e inocentes y almas atribuladas y apesadumbradas sacan de sus recónditas intimidades las fidedignas y puras querencias, así como también las crudas repulsiones que les atormentan.

En la ciudad de Klosterneuburg (Bezirk Tulln, Austria) se encuentra un pequeño barrio denominado Maria Gugging. En 1889 se había fundado en él un hospital psiquiátrico. Se dice que más tarde este centro fue utilizado por los nazis. Gran cantidad de pacientes fueron internados y se les practicó la denominada “eutanasia involuntaria” (proyecto Aktion T4). Allí se ejercería aquella desalmada política de suprimir a los débiles, tullidos y enfermos.

Al finalizar la guerra, se encontraba trabajando en aquella clínica el Dr. Leo Navratil (1921-2006), y se le ocurrió, para analizar los traumas, y tal vez también porque pensaba podría servir de terapia, incitar a los pacientes a realizar dibujos a su libre criterio. El resultado que tendría frente a sus ojos, sería de genuinas obras artísticas. De tal manera que consiguió que Dubuffet, el famoso artista y teórico, validara las creaciones; y aquél no sólo las certificó, sino que también definió su estilo, al que denominó “Art Brut”. Esta calificación resultaba muy clara: el arte surgía sin ningún engaño, ninguna manipulación, ninguna técnica; era el puro y auténtico sentimiento de los sufridos internos, tal como si fueran aquellos primeros pintores rupestres, cuyos dibujos han quedado como francas referencias historiográficas de nuestro pasado más antiguo.

Navatril, observó la especial creatividad de los afectados por la esquizofrenia, llegando algunos pacientes a exponer sus obras. Para este profesional, el análisis de aquellos trabajos no residía en la estética, sino en las expresiones de sus tonos, pigmentos y geometrías. Observaba de qué manera cada uno de estos elementos representaban una especie de llamada, un grito preciso del indudable dolor de sus autores.

En la década de los años 70, el Hospital Maria Gugging realiza una gira por Europa enseñando las obras de sus pacientes. Se puede considerar que, a partir de entonces, se reconoce el estilo del Art Brut. Pero, al mismo tiempo, el destino hará que esta acreditación modifique la denominación de Dubuffet, pasando a llamarse Outsider Art (“arte extraño”), lo que debo cuestionar, puesto que se corrompe, a mi entender, el significado del nuevo estilo. ¿Acaso no puede resultar extraño el “cubismo” o el “surrealismo”, o el “impresionismo” o el “futurismo”? Lo que a mí de verdad me resulta extraño es por qué no se quiso mantener el Art Brut, identificador exacto de aquellas obras. El Arte Bruto (o Arte en Bruto) clarifica con exactitud la categoría de su manifestación. Ni niños ni enfermos mentales, ni tan siquiera presos, intentarán en su mayoría pensar en los receptores de la obra. Estos artistas expresarán desde su más profundo interior todos sus sentimientos, tanto beneficiosos y favorables como tristes y fatigosos, y hasta a veces insoportables, sin rubor ni timidez algunos. Por tanto, estamos hablando de sus verdaderas emociones, de sus auténticos sosiegos y desazones, de sus sufrimientos y alegrías, de sus satisfacciones y angustias.

Desde el cuatro de diciembre de 2018 a seis de enero de 2019, en el Museo del Palau Solleric de Palma de Mallorca, se pudo disfrutar de una exposición en la que aparecían obras del citado Hospital Gugging (ahora ya Centro Art Brut Gugging; contiene museo y galería), así como obras realizadas por pacientes de las instituciones de salud mental de Palma.

Y es que, tal vez, el arte haya sido aquel elemento que, con sigilo locuaz, ha posibilitado al ser humano sobrevivir a sus complicadas contradicciones y angustias desde que quiso dominar la naturaleza.

Muchas gracias.

Miquel Palou-Bosch

abril de 2024

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