CANTO DE LA SIBIL.LA

Canto de la Sibil.la

Versos del Sermón contra judeos (Quodvulteus, siglo IV), basados en un acróstico en griego atribuido al procónsul Flaciano y utilizados por San Agustín en La ciudad de Dios (cap. XXII, 23).

Versión del Breviario compostelano de 1497 (Breviarium ad ritum et consuetudinem almae Compostellanae ecclesiae, Nicolaus de Saxonia, Lisboa, 1497. Cap. De nativitate Domini, fol. XI). Véase facsímil al final.

http://www.teatroengalicia.es/Pdf/Versos%20de%20la%20Sibila.pdf

Versión: M. Palou-Bosch

24 diciembre 2022

Un día, completamente inesperado, el juicio final se desplomará sobre la Tierra para sentenciar a unos y a otros.

Un Rey vendrá del cielo, como nunca se haya visto; y se impondrá sobre todos los reyes terrenales.

Será un nuevo rey divino transformado, de carne y hueso, el que se impondrá sobre los tiranos y déspotas.

Tanto fieles como incrédulos, tanto bondadosos como malévolos, tanto niños como adultos verán la auténtica deidad.

Todas las almas del mundo, con sus cuerpos mortales, serán juzgadas, mientas el orbe yacerá sin cultivar, dormirá árido y desértico, entre densos y espinosos zarzales.

Los hombres y mujeres se avergonzarán de sus aspectos y formas, declinarán la opulencia y la abundancia; aborrecerán sus joyas y vestidos, sus corazones se entristecerán y nada podrá aliviarlos de sus desgraciadas tribulaciones.

El fuego abrasará la tierra, el aire y las aguas. Y se romperán las puertas del lóbrego báratro.

Todo malvado se quemará en la llama eterna; y, cada uno de ellos, vomitará sus sentimientos más escondidos, desenmascarando sus más horrendas acciones. No podrán esconder más las atrocidades cometidas.

En cambio, Dios sacará de su interior la mayor gratitud para los bondadosos.

Habrá llantos, habrá desesperación. Las lenguas de los hombres y mujeres, de niños y viejos no podrán verbalizar. Sus dientes chirriarán. Sus labios se secarán.

El Sol se ensombrecerá hasta desaparecer. El firmamento se apagará. La Luna perderá su brillo blanco y esperanzador.

Las montañas se quebrarán y los valles perderán sus calmados lechos. No habrá ya más formas y colores en la Tierra. Todo se allanará. No se verán más los azules: el añil, el cerúleo, el índigo, el zarco, el garzo…todos ellos desaparecerán.

No existirá nada en las cosas humanas que eleven arrogancia u orgullo. El ser humano perderá todo aquello que siente le engrandece, le exalte o le ensalce.

Los monumentos caerán, y verán, los habitantes y pueblos de la Tierra, cuan necesarios serán los sentimientos que un día repudiaron.

Los manantiales y los ríos se agostarán. No habrá ya más cascadas, más cristalinas aguas, más riachuelos, torrentes, regatos, arroyuelos, deltas…

Desde arriba, se oirá el sonar de la afligida y alicaída trompeta de los tiempos.

El mundo lamentará su delito miserable. La humanidad entera no podrá aplacar su angustioso llanto por haber destruido la Tierra. Y ésta se abrirá mostrando sus entrañas llenas de profundo desorden y caos. 

Torrentes de alcrebite y de fuego lo inundará todo. La variedad de rojos empapará el cielo y la tierra.

Así será, pues el hombre ha perdido ya su oportunidad. 

Ludicii signum…

Foto de Unesco.org