Entrevista a Ángeles Cereceda Martínez
por Juana María Fernández Llobera.
Buenos días, Ángeles.
Para mí esta entrevista está teñida de un elemento esencial que es la gran admiración que te tengo. Eres una gran retratista, aparte de que me fascinaron siempre tus acuarelas y los dibujos a lápiz, aparte de tus paisajes a óleo. Me parecía increíble que con un simple lápiz pudieras hacer maravillas.
¿Fue tu madre, Fernanda, que tenía afición por el dibujo, la que hizo que te interesaras en un primer momento por ese Arte?
Todos los niños pintan, es su forma espontánea de lenguaje que sino se fomenta, al ir creciendo se va perdiendo. En mi casa, éramos cinco hermanos, y mis padres siempre nos animaron a inventar y dibujar nuestros propios cuentos. Especialmente mi madre tenía una gran afición. Ella misma pasaba horas delante de su tablero de dibujo, así que nunca pensé que dibujar bien fuera algo extraordinario lo percibía mas bien como otra forma de diversión.
Seguro que algo les llamó la atención cuando yo fui la única de sus hijos en la que vieron que podía destacar en esta profesión.
Naciste en Santander, pero los distintos cambios de población por la profesión de banquero de tu padre, hizo que llegarás a Mallorca en 1978. ¿Qué recuerdas de ese primer contacto con la isla?
Tenía 14 años cuando nos trasladamos a vivir a Palma, y a esa edad no se lleva nada bien tener que renunciar a los amigos de la adolescencia. Así que mi primer contacto con la isla no fue cómodo, me pasaba gran parte de mi tiempo libre dibujando.
Fuiste alumna de Joan Gibert en la Escuela de Artes y Oficios de Palma. Eso fue antes de que estuvieras en la Escuela Libre del Mediterráneo fundada por el magnífico pintor Joaquín (Xim) Torrents Lladó. ¿Qué destacarías de ese periodo de tiempo en la Escuela de Artes y Oficios?¿Qué recuerdas de especial de Joan Gibert?
Nunca fui buena estudiante, acabé el bachillerato y la Escuela de Artes y Oficios fue para mí la vía de escape de la vida escolar. Fue una etapa en la que disfruté haciendo algo que, por fin, se me daba bien.
Al tener ya completados mis estudios superiores, tenia convalidadas prácticamente todas las asignaturas del programa, incluido el dibujo. Joan Gibert impartía clases de publicidad, todavía no existía la tecnología actual y las rotulaciones, ilustraciones... se hacían a mano, era lo más parecido a la práctica artística y él procuraba hacerlo de la manera más creativa. Disfruté mucho en sus clases y siempre supo ver y valorar un talento del que yo misma no era (ni soy) consciente.
Fuiste a una exposición de Joaquín Torrents y tu padre habló con él exponiéndole tus dotes para el dibujo y la pintura, razón por la cual, después, entraste en la Escuela Libre del Mediterráneo que había fundado en 1977 y que tenía su sede en el Palacio Verí de Palma. ¿Qué sentiste en un primer momento al entrar allí?
Como te digo, al acabar el bachillerato, mi único afán era la rebeldía de dejar atrás un plan de estudios en el que nunca encajé, pero tampoco tenía clara una vocación artística. Eso sí, me gustaba y al parecer tenia aptitudes para dibujar. Como nunca había recibido clases y en la EEAA me las habían convalidado le dije a mi padre que quería aprender a pintar. Ese verano Torrents tenía una exposición en su escuela de pintura del Palau Verí, al verla supe que era exactamente lo que andaba buscando.
Recuerdo perfectamente el primer día al ir subiendo las escaleras tener la sensación de, por primera vez, estar iniciando algo que verdaderamente me hacía ilusión.
Fuiste alumna y modelo de Torrents, para después ser profesora y al morir él, directora de la Escuela durante un periodo de tiempo. Supongo que fue muy dolorosa su pérdida para ti, por todo lo que habías vivido con él y la relación de amistad estrecha que existía. ¿Qué destacarías de él y qué es lo que fue más importante para ti de todas sus enseñanzas? ¿Cómo viviste tu faceta de directora en la Escuela Libre del Mediterráneo?
Joaquín Torrents fue un extraordinario pintor, con una enorme capacidad y vocación para la docencia que desarrolló a través de un proyecto personal con su Escuela Libre del Mediterráneo.
Quizá fue mi rápida sintonía y adaptación al riguroso método de enseñanza porque consiguió despejar en mí una clara convicción de mi futuro profesional como pintora.
Más tarde, como directora, traté de mantener el mismo espíritu de la escuela de desafío a las tendencias artísticas dominantes enseñando con disciplina y respeto los conocimientos artesanales e históricos de este oficio.
De las cosas que aprendí contigo en la Escuela Libre del Mediterráneo, que ha sido muy importante para mí en muchas facetas, es a no darme por vencida. Yo era negada para el dibujo, pero conseguiste que dibujara y pintara. Nunca tendré el nivel que puedas tener tú o muchos otros alumnos que tienen el don, pero me ha servido para ilustrar mis cuentos en muchas ocasiones y otras cosas que han sido importantes para mí. ¿Qué destacarías del método de enseñanza que ideó Torrents y que tanto ha ayudado a que la gente dibuje y pinte bien?
No creo que aprender a pintar tenga mucho que ver con el talento, todo el mundo puede aprender a dibujar, la facilidad para formarse en la técnica no determina el ser o no artista. A todos nos enseñan a escribir y solo unos pocos son escritores, de esos pocos alguno tendrá éxito. Pero a todos nos resulta de gran ayuda saber expresarnos. Lo mismo ocurre con el dibujo y la pintura, el maestro te enseña la técnica, te da herramientas... pero no crea ni destruye talentos, eso ha de venir “de fábrica”. El éxito ya es un trabajo personal.
Hablemos ahora de tu carrera como Pintora. En 1997 iniciaste tus primeras muestras en Japón. Has hecho exposiciones en muchas ciudades japonesas. ¿Qué sentiste la primera vez que fuiste ante una cultura tan diferente a la nuestra? ¿Qué destacarías? ¿Cómo fue ese primer recibimiento por parte de los japoneses ante tu obra?
Has expuesto en numerosos lugares, en España (Santander, Palma, Valencia, Barcelona, Tarragona. Madrid, Sevilla, Segovia), pero también fuera de España, como es en Texas, en Montecarlo, en Bélgica , en muchas ciudades de Japón (Tokio, Osaka,Kyoto, Chiba, Senday, Hakata, Sapporo y Kobe). ¿Te sientes muy cómoda en Japón porque entienden y valoran mucho tu obra? ¿Lo ven de forma distinta a España u otras partes del mundo?
Mi relación con el mercado japonés siempre me ha parecido una aventura increíble.
Trabajar con Japón me ha dado otra visión de esta profesión. Siempre extremadamente respetuosos con el artista, son al mismo tiempo, eficaces y exigentes mercaderes.
No puedo decir que sea fácil tener una relación comercial con ellos, pero, por eso mismo, el conseguir hacerse un hueco dentro de una cultura tan diferente es, en sí mismo una enorme satisfacción. Repetir exposiciones en un país tan lejano y diferente al mío supone un gesto de esperanza que da respuesta y sentido a la audacia de seguir con el esfuerzo dedicarse al arte en este agitado y a veces terrible mundo en que vivimos
Dos años antes, en 1995, te interesas por las técnicas de grabado. ¿Qué fue lo que te llevó a ello? ¿Dónde iniciaste tu experiencia con ello?
En mi profesión es importante mantener un sentimiento de “aprendiz” constante, hay que buscar nuevas formas de complicarte la vida que te mantengan la sensación de incertidumbre para poder progresar. Una manera de hacerlo es aprender sobre otras técnicas. En este caso fue el grabado.
Fui al taller Torculari, que entonces estaba en el centro de Palma cerca de mi estudio, allí aprendí sobre las diferentes técnicas que me llevaron a participar en la exposición “Etsen in Mallorca” en Bégica.
Luego el taller se trasladó a Algaida, pero seguí haciendo algunos grabados con ellos durante varios años después.
Tu primera exposición fue en Galerías Costa. ¿Qué sentiste esa primera vez cuando la gente fue a ver lo que habías realizado?
Exponerse no es fácil, eres vulnerable, ahí queda tu esfuerzo por mostrar algo que nunca alcanza a satisfacerte del todo, una obra expuesta al análisis, la critica y la emoción que pueda despertar en otros y de ellos dependerá la aceptación o el rechazo de tu trabajo.
Pero siempre me ha parecido un hecho sorprendente el que personas diferentes que incluso pueden no tener nada en común, acudan a un museo o una galería con la sencilla intención de contemplar un cuadro, sólo con el propósito de una respuesta sensorial estética. Eso es un privilegio solo del ser humano.
Si se trata de mi propia exposición ya me parece asombroso y me provoca una inmensa gratitud.
Hiciste un mural en un despacho de Bruselas, por encargo de la ex ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, ¿qué nos puedes contar de esa experiencia?
Antes de ese encargo, mi única experiencia fue pintar a “cuatro manos” unos trampantojos en la casa estudio de Joaquin Torrents, luego convertida en casa museo en la calle Portella de Palma.
Pero el encargo de Ana Palacio para la sala de juntas de su casa de Bruselas fue para mí todo un reto. Se trataba de un mural para una pared de 8 x 5 metros y yo jamás había acometido una obra tan grande.
Estuve trabajando un mes en Bruselas, subida a un andamio y pintando con nuevos materiales. Una fantástica experiencia con un resultado sorprendente. Siempre agradecida por la confianza que Ana depositó en mí, porque aceptar este riegos me ayudó a evolucionar como pintora.
Como magnífica retratista que eres, hiciste un retrato a Rafa Nadal cuando el Consell le nombró Hijo Predilecto. Retrato que me parece magnífico y original. ¿Qué significó para ti?
Desde que comencé a pintar siempre rehuí el tema del retrato, pinté retratos pero no me atraía el proceso ni el compromiso tan personal que supone retratar a alguien. Y como te decía antes, este trabajo va de desacomodarse la vida y el encargo del Consell de Mallorca tenia además el desafío de pintar a un joven, deportista, actual, conocido y querido para incluir su retrato en una galería de celebridades muy lejanos a su perfil, es decir señores con un largo recorrido en profesiones mucho mas acordes con el ámbito gubernativo. Así que decidí buscar el atractivo del cometido, tanto es así que desde entonces no he parado de hacer retratos, sobre todo por el placer de pintarlos.
Afrontar un retrato es todo un tema que da para extenderse mucho más de lo que aquí puedo.
En 2004 nace tu hijo Gonzalo y te dedicas, como buena madre, a cuidar de él, pero sigues dibujando y pintando por lo que he podido observar, de puertas para adentro mayoritariamente. ¿Es así? ¿Son de esa etapa los dibujos a caballos que son una maravilla? A mí, particularmente, me fascinaron. Los veía en Facebook a veces y pensaba: ¿cómo puede hacer algo tan maravilloso con un simple lápiz?
Bueno, no es exactamente así.... El nacimiento de Gonzalo coincidió con un momento de mucho trabajo con Japón y no podía plantearme abarcar otros compromisos pero sí compaginarlos con algún “divertimento” como los dibujos de caballos, que es una afición que siempre ha estado ahí.
Dibujar es algo maravilloso y sencillo que ayuda mucho a entrenar la mente.
He leído que dos de tus pintores favoritos son Miquel Barceló y Antonio López. ¿Qué destacarías de cada uno de ellos? También hablaste de que te gustaban los retratos del pintor húngaro Lászlo, ¿qué es lo que te llama la atención más de sus retratos?
Pues probablemente mencioné alguna vez como pintores favoritos a Barceló y a López, sin duda dos grandes referentes, pero seguro que fue con la intención de abarcar los dos extremos de la pintura actual.
No soy muy de favoritos, es muy difícil escoger y además sería ridiculo. Afortunadamente han existido (existen) tan buenos artistas que lo que más me gusta es redescubrir y descubrir pintores constantemente.
Laszlo, Sargent, Schiele, Casas.. también Hockney, Warhol... hablando de retratos ahora mismo sigo deslumbrada con la fuerza de Lucian Freud...
Ha hecho varias exposiciones en Rialto Living, una de ellas la titulaste ‘Water’. ¿Qué nos puedes decir de esa exposición? Siempre has hecho magníficos paisajes con el agua como protagonista, ¿viene de allí el título de la exposición?
Evidentemente el titulo de la expo, describe el contenido. Nunca he sido buena titulando obras o expos, no me gusta. Tampoco creo en la excesiva argumentación para justificar una pintura.
En el caso de mi última exposición fue porque era un grupo de obras monográficas sobre el agua. Solo agua, y como única referencia los nenúfares flotando. Sin horizonte los reflejos se convierten en algo abstracto y me divertía la idea.
¿A quién te gustaría retratar de las personas que aún no has retratado?
Si te refieres a algún personaje público, ni me lo planteo. Si conozco a alguien y me interesa, le propongo pintarlo.
Para pintar a alguien siempre es una gran ventaja conocerlo bien, o por lo menos conocerlo, saber como habla, como te mira cuando lo hace, sus gestos... Es una condición innegociable a la hora de aceptar un encargo; tengo que conocer y fotografiar yo misma a mi futuro modelo.
Otra actividad que te gusta es montar a caballo, ¿desde cuándo montas y qué es loque representa para ti y qué sensación es la que resaltarías?
Bueno, es el único deporte que practiqué en mi juventud. Y me imagino que tiene en común con el resto de deportes, la competitividad, la concentración, la adrenalina, la forma física... pero con un componente extra, que es el caballo, otro ser vivo que te expone a sus reacciones irracionales y que tienes que aprender a controlar, a guiar, a cuidar... Supongo que eso es lo que le hace especialmente atractivo
¿Qué pregunta te gustaría que te hicieran en una entrevista y qué responderías a esa cuestión?
No sabría decirte, no tengo ningún espíritu periodístico, pero siempre sería una pregunta sobre mi trabajo. No me encuentro cómoda hablando de nada personal.
Pero sí te puedo decir la pregunta que no me gusta que me hagan:
¿Puedes explicarnos tu obra?
Porque la respuesta es:
Mírala.
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