“La habitación de atrás”
De Belén Moreno
JM. Buenas tardes, Belén.
Esta entrevista nace para poder hablar de tu novela “La habitación de atrás”, que es una novela que trata de muchos temas cotidianos que nos afectan a todos, más el secreto que esconde ‘la habitación de atrás’.
Antes de entrar de lleno en tu novela, me gustaría que hablaras de ti, para que las personas que leen el periódico sepan quién hay detrás de la novela. Cuéntanos de dónde eres, dónde vives ahora, cómo te iniciaste en el mundo de la escritura, cómo fue tu experiencia en la revista digital ‘Alcantarilla Social’ y en el diario digital ‘El Común’, así como en la revista “Mujeres en lucha” y todo aquello que desees que conozcan nuestros lectores.
B.M. Nací en Madrid y he vivido allí durante casi toda mi vida. Hace ya diecisiete años decidimos trasladarnos a vivir a un pueblo cercano a Segovia, Palazuelos de Eresma y la verdad es que estamos muy contentos de haberlo hecho. Me encanta la tranquilidad de un lugar más pequeño y Segovia es una ciudad preciosa. Madrid está muy cerquita y podemos ver a la familia y los amigos siempre que nos apetece. Escribir siempre ha sido una de mis aficiones. De joven, estuve en un grupo de teatro para niños, de guiñol y escribí una obra de teatro que luego representábamos por los pueblos. Fue una época preciosa. Después, años más tarde, empecé a colaborar con la revista digital Alcantarilla Social, escribiendo artículos feministas y de crítica política. Me ofrecieron escribir para Mujeres en Lucha, una revista independiente que gestionaban únicamente mujeres y allí conocí a la que es una de mis mejores amigas, Ana López. Nuestros artículos tenían una función divulgativa desde distintos puntos de vista además de la exposición de la problemática de ser mujer en una sociedad patriarcal. Mi última colaboración fue en el diario El Común. También en la sección de feminismo con compañeras inolvidables. Luchamos mucho para sacar adelante la sección u posicionarla en un lugar prominente dentro de la publicación. Tengo que agradecer a Marian Lorenzo su confianza en mí y al público que nos alentaba a seguir escribiendo. He simultaneado estos trabajos con la publicación de mis novelas. Soy una mujer muy inquieta, me interesan muchos y diversos temas. Pero es verdad que mis ideales feministas han supuesto un aprendizaje y unas experiencias maravillosas. He conocido mujeres con una entrega y un sentido de la justicia que me ha enriquecido como ser humano y como mujer.
J.M. La historia narra la historia de dos hermanas, Raquel y Verónica, que a consecuencia de la muerte de su padre, Jacinto Espinosa González, debido a un derrame cerebral, se reencuentran, pues estaban distanciadas debido a diferentes hechos acaecidos en sus vidas. ¿Cómo nació esta historia? ¿Has vivido en algún momento algo similar a lo que narras? Pregunto esto último porque describes muy bien las emociones de ambas protagonistas.
B.M. La verdad es que la novela no está basada en una experiencia personal. Aun así, los hermanos son muy importantes en la vida de todos. Y te lo dice alguien que tiene muchos. Al final son las personas con las que nos criamos, tenemos mucho en común, aunque seamos completamente independientes unos de otros. Los vínculos son muy fuertes. Hay momentos mejores y otros no tan buenos. Disfrutamos de los primeros y aprendemos de los segundos.
La habitación de atrás es una novela de sentimientos muy profundos. Algunos muy dolorosos, de esos que dejan huellas visibles en nuestra forma de ser y en la manera que nos relacionamos con los demás. Para mí era muy importante que las personas que leyesen el libro, sintieran que conectaban en algún momento de la narración con las protagonistas porque las emociones que ellas están sintiendo también hayan formado parte de la vida de los lectores.
J.M. Al principio de la novela, en la página trece, hay un momento en el que expresa Raquel, ante el cuerpo de su padre muerto : ‘Ojalá no vuelva a verte, que la muerte, cuando a mí me llegue, no me ponga cerca de ti. Ya he tenido suficiente Jacinto Espinosa en esta vida como para tener que lidiar contigo también en la otra, le dijo casi en un susurro’. Esto provoca en el lector la necesidad de querer saber lo que ocurría entre ellos dos. ¿Fue el primer giro que tenías claro para captar la atención? ¿Cómo surgió?
B.M. Cuando se escribe, tratamos por todos los medios de “coger” al lector para que no se suelte. Esa frase, sin ser explícita, dice mucho de la relación que Raquel ha llevado con su padre. Esperaba que fuese impactante incluso cuando está en un contexto muy concreto. Es el desahogo de una persona frente a otra. Algo que se lleva muy dentro y que no se ha podido hasta que no se ha dado el contexto adecuado.
Narrativamente surge por la propia evolución de la situación en la que está inmersa. Si conseguí que los lectores no dudasen en seguir leyendo para averiguar qué se escondía detrás de esas palabras, es que el trabajo está hecho. Todas las novelas deben tener ese impacto en el lector. Han de crear la inquietud por averiguar que viene detrás y como ese giro adquiere sentido. Una novela que no ofrece suspense (no ya porque sea de misterio, sino por la propia evolución), se queda demasiado plana. Como lectora, me encanta que quién ha escrito me produzca esa inquietud. Solo traté de dar lo que a mí me gusta encontrar.
J.M. Ambas mujeres están sin marido en el momento en que narras la historia, Raquel, que tiene dos hijos, ya que su marido la dejó por otra y, Verónica, que es viuda a causa de un accidente que tuvo su marido. En ese sentido, a las dos no les ha ido bien en la vida recientemente. ¿Por qué elegiste esa situación para ambas?
Desde el principio, cuando planteé la novela, quería que las dos hermanas se mostrasen tal cual son, con su bagaje personal y sus inquietudes, sus miedos, sus fortalezas y sus frustraciones más íntimas. Esas que solo nos decimos cuando estamos en soledad. Con lo que lidiamos personalmente. Precisamente, el hecho de que las dos estén sin pareja, configura la novela hacía los lugares donde yo quería llevarlas. La relación de las dos no habría podido expresarse igual si una de ellas tuviera una relación estable. Todas sabemos que nuestras parejas influyen en quiénes somos y como nos demostramos ante determinadas situaciones. Es inevitable. Por eso busqué la soledad sentimental.
Cada una ha vivido una relación muy diferente. Verónica es viuda. Su marido muere en un accidente de tráfico. Una muerte trágica y violenta que deja un poso muy concreto. El duelo es salvaje, estalla en la vida sin esperarlo. Se tiene que afrontar sin tener herramientas, sin estar preparada. Raquel por el contrario ha visto como su matrimonio se iba hundiendo poco a poco. Es una agonía lenta y dolorosa en la que ella era actriz principal pero no era dueña del guion.
Ambas experiencias han marcado el momento actual de las dos hermanas. Ven la vida tras ese cristal. Están en cierta forma, supeditadas a los sentimientos que las rupturas han provocado en ellas. Y, además, genera un conflicto entre las dos porque tienen visiones distintas de cómo han de reconstruir sus vidas. Me pareció muy interesante explorar esos sentimientos derivados de dos formas de soledad tan alejadas las una de la otra.
J.M. Raquel se encarga de todos los preparativos para el funeral y entierro de su padre. Cuando está a solas con su hermana, en su casa, le recrimina el haberla dejado sola de cara al cuidado de su padre, que al final acaba en una residencia. La tensión es evidente tal como lo muestras. ¿Sacaste a relucir ese tema porque es algo que produce muchos problemas en el seno de las familias? Verónica le dice que no la conoce, que no sabe la razón por la cuál ella ha actuado así. ¿Crees que muchas de las discusiones familiares vienen por la falta de comunicación?
B.M. Es incuestionable que una familia se ve trastocada cuando los padres llegan a cierta edad y necesitan atención constante. Los padres son el pilar y cuando se resquebrajan, se crea una incertidumbre familiar que hay contemplar y adaptarse a ella. Para estas hermanas, la enfermedad de su padre ha sido otro de los puntos de discrepancia. Raquel es la mayor y asume el rol de cuidadora tanto de sus hijos y su marido como de su padre, sobre todo cuando éste llega a la residencia. Se siente sola ante un panorama que la desequilibra y la ausencia de su hermana y lo que ella entiende como una dejadez premeditada, provoca un rechazo innato hacia Verónica. Ésta ha pasado por una fase vital muy determinada, no valora la cotidianeidad del mismo modo que Raquel. Tuvo que decidir, poner en una balanza su persona o la ayuda a su padre y eligió. No cree que eso sea necesariamente un motivo de disputa con su hermana.
Este es otro más de los choques fraternales que ambas tienen que superar. Dos puntos de vista distintos ante el mismo problema.
He conocido casos de familias que no han sabido gestionar ese momento de sus padres enfermos y puede ser un motivo de confrontación entre hermanos. Cada uno de nosotros valoramos lo que hacemos según nuestros propios criterios. No siempre esos baremos son compartidos y cuando se da el caso, surge el problema.
J.M. La madre de ambas se va, dejándolas solas con el padre. Se fue y nunca supieron de ella. Es un tema muy doloroso el que una madre deje a sus hijos. ¿Por qué quisiste reflejar ese tema en la novela?
B.M. Si la maternidad es un hecho que atraviesa la vida de las mujeres y condiciona nuestro papel en la sociedad (tenemos que luchar mucho para no dejar de ser mujeres y pasar a ser solo madres), para los hijos la relación con la madre es también una experiencia vital única. Sea cual sea el tipo de relación que se mantenga con ella. La ausencia de la madre, condiciona infinitamente la vida de cualquier hijo. Los vínculos afectivos, sociales y emocionales no se viven igual. Soy madre y soy hija. Mi madre siempre fue el lugar seguro. Intenté reflejar lo que para mí habría sido no tenerla. Usar ese dolor imaginario, ya que como digo no tuve que experimentarlo, e impregnar con él a estas dos hermanas. Cuando mi madre murió, me invadió un sentimiento de orfandad y eso que soy la octava de una familia de nueve hijos, la soledad que me produjo perderla abarcó mucha parte de mi vida y durante bastante tiempo.
Quise usar esos sentimientos en Raquel y Verónica. Ver hasta donde el dolor de no haberla ni siquiera conocido, delineaba su carácter y su forma de colocarse en el mundo.
No puedo negar que esa es una de las partes más personales de la novela y la que me costó más trabajo desarrollar. Si lo logré, los lectores me lo dirán.
J.M. Otro tema que sacas en tu novela es el del maltrato, tanto físico como psicológico. Yo pienso que es más común de lo que nos pensamos. ¿Qué crees al respecto y cuál es la razón de que hayas querido hablar de ello?
B.M. La violencia contra las mujeres es por desgracia el pan nuestro de cada día. Cada mañana podemos leer noticias relacionadas con ese maltrato que es la verdadera lacra de la sociedad. Muchas veces es escondido por vergüenza. Incluso negándolo bajo el prisma de no ser marcada socialmente. El maltrato psicológico sobre todo. Es menos visible, menos demostrable. Se vive en soledad y se maneja con mucha dificultad. Como mujer y como feminista sentía la necesidad de exponerlo, de darle visibilidad. Y sobre todo sacarlo de esos bordes donde nadie quiere mirar. Está presente en nuestra vida, conocemos mujeres que lo han sufrido, que lo sufren o que los sufrieron pagando muy caro el precio.
Al ser una novela donde las verdaderas protagonistas son las emociones y nuestra forma de lidiar con ellas, ese maltrato expone a las mujeres a situaciones muy complejas. Moldea su personalidad. Me pareció que los caracteres de las dos podían mostrar mucha más variedad de sentimientos y experiencias que de alguna forma enriquecen la novela y muestra a los personajes con mayor énfasis. Justifica muchas de las situaciones que están presentes en el texto.
J.M. A la vez que narras la historia de las dos hermanas, también entremetes la historia de Marta, para que se entienda la razón de su huida. Creo que es muy importante, no solos porque se entienden las razones de que se fuera, sino porque se puede entender mejor lo que le pasa a Verónica después. ¿Qué nos puedes decir de ello?
B.M. Los hijos somos el resultado de muchas de las cosas que experimentan nuestros padres a lo largo de su vida. Conocer a esa madre, de una forma alejada de la historia principal, les permite a los lectores enfocar mejor las reacciones de las protagonistas. Aporta una presencia invisible en la novela que supedita a las hermanas y las moldea. Supone un juego literario que ofrece al lector una información adicional de la que las hermanas no son conscientes. Me gusto trabajar con esa dualidad en la narración.
J.M. El secreto de la habitación de atrás hace que conozcan mejor a su padre. ¿Cómo nació la idea del cuarto?
La idea principal de la novela es precisamente ese cuarto. Mi método de escritura es construir primero el final de la novela y luego crear todo lo que se precisa para llegar a ese punto. Es la idea original. Esa habitación es el inicio, el nudo y el desenlace. Sin ella la novela habría quedado menos coherente, menos estable. Es como una piedra angular dentro de la narración.
J.M. ¿Puedes hablarnos de tus dos novelas anteriores a “La habitación de atrás”, para que los lectores sepan de que tratan?
B.M. Publiqué El Espejo en 2015. Cuenta la historia de Leonor, una maestra republicana que llega a un pueblo de Segovia, meses antes del golpe de estado. La novela cuenta su vida durante esos meses previos a la guerra, las personas con las que se relaciona, sus experiencias vitales, sus amistades, el amor, la política. Todo situado en un contexto histórico muy concreto. Utilicé el mismo recurso narrativo que luego usaría en La habitación de atrás. Dos historias paralelas que el lector tiene que unir a medida que avanza la narración y que confluyen en un punto común. Estoy muy orgullosa de ella. Es quizá, de entre las tres, la que más tiene que ver con mi forma de ser.
Arturo, publicada por la editorial Libros Indie, se publicó el año de la pandemia, en octubre. Es una novela de misterio ambientada en la España de la posguerra, aunque en este caso no hay referencias políticas más allá de lo que la situación condiciona la vida de los personajes. Cuenta la historia de un hombre que lucha durante toda la vida para dejar atrás la pobreza, es un ascenso social y todo lo que conlleva. Bueno y malo. Es una novela más madura, más terrenal. Fue la primera vez que, de una forma casi tangencial, me metí en el thriller y me gustó mucho la experiencia. Me preguntaron una vez como una escritora tan feminista como yo, había escrito una novela cuyo personaje principal era un hombre. Primero por el contexto histórico, sería impensable que lo que vive ese hombre pudiese vivirlo una mujer ya que en ese momento, las mujeres estaban “tuteladas”. No tenían ni voz ni voto y todas sus decisiones habían de ser refrendadas por un padre, un marido u otro hombre de su entorno. Aun así, los personajes femeninos tienen un peso enorme en la novela y su presencia no solo la enriquece si no que en muchos casos le da contexto.
J.M. ¿Puedes hablarnos de tu próximo proyecto? ¿Va a ser otra novela?
B.M. Estoy trabajando en una novela policiaca. Criminales y una sargento de la Guardia Civil como protagonista, obviamente. De hecho, si mis fuerzas no me fallan, me encantaría hacer al menos una trilogía con ella como personaje principal.
Soy muy aficionada a la novela negra. Estoy en un club de lectura de ese género y de siempre ha sido una de mis aficiones como lectora. Hay grandes escritoras actuales y no tanto, que han creado personajes inolvidables y han forjado una escuela para el género. No voy a compararme con ellas y mucho menos cuando aún estoy en el trabajo, pero por ahora me gusta bastante lo que he escrito.
Para mí, una novela es una buena trama que desarrollan unos personajes muy trabajados. Con unas características coherentes con su contexto histórico, sea cual sea, y con la propia narración. La coherencia existencial los hace reales, verosímiles. Todas queremos que nuestras novelas sean creíbles, incluso realizables si es que el género que trabajamos lo permite. La novela negra abre el abanico de las múltiples facetas del ser humano. Por un lado, la parte más deductiva, la investigación, la intuición. Y por otro, la oscuridad, hasta dónde puede llegar la venganza o la maldad. Experimentar con esos aspectos menos reconocibles de las personas me ofrece una perspectiva muy atrayente.
J.M. Por último, ¿qué desearías contar para finalizar esta entrevista? ¿Qué es importante para ti que el lector de nuestro periódico conozca?
B.M. Lo primero agradecer el interés en mis novelas en mí como escritora. Me gustaría que los lectores sientan la curiosidad por descubrir autoras no tan conocidas, que no están en los bancos centrales de todas las librerías, pero que trabajamos cada día para superarnos, para aprender en nuestro oficio y mejorar nuestras historias. Hablo en femenino porque igual que ocurre en cualquier otro ámbito, las mujeres lo tenemos más difícil para publicar y para ser visibles en este complicado mundillo. Que olviden ese mantra que se repite reiteradamente que dice que las mujeres escribimos solo de temas que interesan a las mujeres. No existe tal cosa. Somos seres completos y complejos, con intereses diversos y con ganas de narrar historias que lleguen a un variopinto grupo de lectores. Hombres y mujeres. Escribir es nuestra forma de colocarnos en este espacio vital en el que nos movemos. La manera de decir quiénes somos y cuáles son nuestras inquietudes. Usamos nuestra imaginación para llevar a los lectores a mundos distintos, a que experimenten sensaciones nuevas. Leer es la mejor compañía.
Juana María Fernández Llobera
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