"Mapas de asfalto"
La nueva novela de Carmen Peire.
Juana María: Buenas tardes, Carmen.
Me hacía muchísima ilusión hacerte esta entrevista, que se va a centrar en tu nueva obra, una novela cuyo título es ‘Mapas de asfalto’.
Antes de hablar de tu obra, me gustaría que nos hablaras de ti, para que nuestros lectores te conozcan. Naciste en Caracas, Venezuela, producto del exilio español, por ser tus padres de ideas republicanas ¿Puedes contarnos cómo fue tu época en Caracas? ¿Cómo vivieron tus padres tener que irse de España? Fuiste apátrida por error policial. ¿Puedes explicar qué pasó? Viviste también en México. ¿Cómo fue tu estancia allí?
Carmen: Viví en Caracas hasta los 13 años, con intermitencias de tiempos en España para visitar abuelos, familia, vacaciones… para mí es el paraíso cerrado de mi infancia. No he vuelto.
Me imagino que mis padres vivirían aquel proceso con una mezcla de angustia pero sobre todo, después, como una liberación. Venezuela fue un gran país de acogida, como México, Argentina, Uruguay etc. y posibilitaron a muchas familias españolas, entre ellas la mía, salir adelante, tener una vida digna, no vivir bajo el terror de una dictadura, ni el hambre de posguerra ni las cartillas de racionamiento.
Bueno, fui apátrida durante diez años en que me pusieron, al renovar mi DNI, que había nacido en Caracas Argentina. Como la maquinaria burocrática es internacional, a todos los países viajaba como argentina, hasta que una amiga que trabajaba de interina, me hizo ir un día a la comisaría por la puerta de atrás y cambió los datos en el ordenador policial. No tuve otro modo.
Viví en México de mayor, por cuestión de trabajo de mi pareja. México me parece un país maravilloso, con una vitalidad increíble, un país lleno de energía que no se merece tener a Estados Unidos encima, ni que solo se les recuerde por la violencia y el narcotráfico.
Estudiaste el bachillerato en dos sitios diferentes. ¿Puedes contarnos la razón de ello? Luego, ya en Madrid, fuiste a la Universidad, estudiando Historia y Magisterio en la Complutense y también, solfeo y piano en el Real Conservatorio Superior de Música. ¿Cómo fue para ti el venir a España a vivir en el año 1965 con trece años? Te lo pregunto porque en la novela, en la página veinticinco, expresas: ‘ Yo pertenecí al exilio exterior y no tenía raíces, mantenía aún la esquizofrenia de los que se fueron, viví el desgarro de la añoranza, de volver a una tierra que no conocía y que decían que era mi patria, aunque no era donde yo había nacido’. Como expresas dos páginas después, para tus padres era volver y para ti, abandonar tu país.
La mitad del bachillerato, unos años, los hice en Caracas, otros, el superior como se estudiaba antes, 5º y 6º, en Madrid. Max Aub dice que uno es de donde estudia el bachillerato, así que tengo una pierna en cada sitio y soy del océano que hay en el medio.
Sobre mi llegada y lo que supuso para mí, creo que en la novela explico la esencia, la esquizofrenia que no solo viví yo, sino a todos los que pasaron por ese proceso. Creo que para mi padre fue mucho más duro el volver aunque para mí fuera abandonar mi país. Pero la esquizofrenía también estaba allí en Caracas. Pongo un ejemplo: en los Carnavales siempre quise un disfraz de llanera para bailar joropos, pero mi madre nos vestía de asturiana con las medias de lana, manga larga, fajas, refajos, corpiños, enaguas, pañoletas… ¡en pleno Caribe!, porque éramos hijas de españoles.
Fuiste funcionaria del Ayuntamiento de Madrid en la época de Tierno Galván, con actividades culturales y educativas, pero renunciaste y te fuiste. ¿Cuál fue la razón? Él se presentó a las primeras elecciones municipales de la democracia (abril de 1979) para la alcaldía. Una coalición de su partido PSOE con el PCE hizo que fuera alcalde. Madrid vivió un espectacular renacimiento de su vida cultural. ¿Qué recuerdas de esa época?
Me fui del Ayuntamiento cuando murió Tierno, fue mi master cultural, porque viví y aprendí muchísimo en esa etapa. Todo lo que sé de gestión cultural lo mamé allí, yo era muy joven, venía del asociacionismo cultural y vecinal cuando preparé las oposiciones y las saqué porque tenía un niño de 2 años al que sacar adelante. Para mí fue una etapa fundamental en la que estaba todo por hacer y nos dejaron. Luego se empezó a torcer la cosa y cada vez que me decían eso de “funcionaria, qué bien, un trabajo fijo para toda la vida”, me deprimía y pedí la excedencia. Quizá fui más audaz al montar una productora para buscarme la vida, quizá tenga que ver con las características personales de las que nos criamos en el exilio exterior.
Te dejaste llevar por la Música y montaste una productora, que se denominó ‘Evohé producciones’. ¿Cuéntanos cómo fue esa época? Fuiste productora de un montón de cantautores, como Pablo Guerrero, Luis Pastor, Javier Ruibal, Imanol, Sisa-solfa, Labordeta, etc. ¿Por qué te dedicaste más a los cantautores? A la vez que hacías esta labor, te dedicaste a escribir y a impartir clases de Escritura Creativa. ¿Cómo era compaginar tantas cosas? ¿Qué anécdota nos puedes contar de esa época?
Mi idea inicial no era montar la productora, sino escribir. Cuando dejé el ayuntamiento escribí para una revista, Destino, y me fue muy bien hasta que cerró. Entonces monté la productora. Creo que los cantautores me fueron llegando por roja. Pero se me ocurrió llevar a cantautores en el momento del auge del pop y la movida madrileña, cuando los primeros cayeron en desuso, así que tuve que hacer muchas producciones: estrenos de Disney, Música en las Ventas, Fiestas del 2 de Mayo, Cabalgatas, Bailes de carnaval…
Las clases de escritura creativa solo las he dado para jóvenes, por intuición. Pensé que a mí me hubiera gustado, con 14 años, que algo así hubiera existido, siempre quise escribir, pero ya se sabe la vida es eso que te ocurre mientras tú te empeñas en otra cosa. Y las hice después. Seguí con la productora y escribiendo hasta que murió Labordeta. Entonces la cerré y me dije: Carmen, ahora o nunca, lánzate solo a la Literatura. Mi hijo era mayor, tenía la vida más o menos resuelta, así que lo hice.
En estos momentos, eres la Presidenta de AMEIS (Asociación de Mujeres Escritoras e Ilustradoras), fundadora junto a Sonia Aldama de la misma, y creadora del Festival Oño, que intenta que se visibilice más la obra de las Mujeres. Dicho Festival se celebra cada otoño. En primer lugar, darte las gracias por esa labor ya que soy Escritora y, en ocasiones, ilustro mis cuentos. ¿Cómo nació la Asociación? ¿Puedes explicar un poco a los lectores en qué consiste la labor que realizáis?
Las fundadoras de AMEIS fuimos un equipo de cinco personas que seguimos todas menos la agente literaria Ángeles Martín, la número cinco, que falleció y la echo mucho de menos, por el empuje que nos dio. El festival Oño fue un año antes, en el 2018, se organizó por redes sociales, ante el cabreo de que apenas hubiera mujeres en el Festival Eñe. Ahí empezó todo, nos lo pasamos tan bien, fue una fiesta tan bonita que todas las asistentes dijeron que había que continuar haciendo cosas, en vez de quejarnos tanto. Para hacer más cosas, teníamos que constituirnos en Asociación.
Nuestro objetivo es visibilizar a las mujeres en la literatura, en todos los ámbitos. Somos las mujeres las que más leemos, las que compramos los libros en las casas, las que más vamos a los clubs de lectura; somos legión en el mundo editorial, entre las agentes literarias, bibliotecarias, libreras, escritoras e ilustradoras. Y, sin embargo, no lo parece. El techo de cristal en este ámbito es muy alto, y ya va siendo hora de que se rebaje o se rompa. Somos un movimiento transversal, de base, que nos mantenemos con el dinero de las socias (40 euros al año) y que seguimos varios lemas, entre otros “quien la propone se la come”, es decir, si una socia tiene una iniciativa, adelante, ella la lleva a cabo, y nosotras apoyamos con todo lo que podemos. Yo misma me sorprendo de la cantidad de cosas que hacemos, que se pueden ver todas en la web de la asociación: ameisescritoras.es
Entremos ahora a hablar de tu última novela ‘Mapas de asfalto’. ¿Puedes explicar a nuestros lectores cómo nació la novela? ¿Qué suceso dio origen a la misma?
Todo nace de una historia que me contó una amiga de Barcelona, educadora de calle. Trabajaba con personas recogidas de la calle en pisos de acogida y uno de ellos, al morir y revisar ella los papeles en su armario, se había pagado un entierro digno de un marqués: con coronas contratadas y dos limusinas para que le acompañaran al cementerio. Mi amiga hizo respetar su decisión y metió en las limusinas a los mendigos, bolingas, lumis y personal de sus pisos de acogida, fueron al entierro, les dieron luego una vuelta por Barcelona y terminaron en el Raval con ellas, de donde fueron saliendo todos, cada uno a su esquina de calle y/o piso de acogida. Me pareció una historia muy bonita, llena de dignidad, de alguien que quiso redimir en muerte lo que no pudo tener en vida. La historia me daba vueltas y vueltas, me atrapó y no me quedó más remedio que sacármela de la cabeza con esta novela.
Hércules León es el protagonista de la novela, que es un hombre de pueblo que se ha dedicado a seguir lo que le ha enseñado su padre, cultivando y cuidando ganado, pero quiere prosperar y desea ir a la ciudad a trabajar de barrendero. Él siente que nunca ha sido el favorito de sus padres. Cuando se despide de su madre, lo expresas de la siguiente forma: ‘Se despide de su madre entre fogones, dos besos secos y una caricia en la mejilla, una mirada fugaz que ella le rinde y media vuelta a sus quehaceres’. Tampoco el padre le dice nada al despedirse. ¿Crees que esa sensación de falta de cariño mostrado es lo que hace que Hércules se decida a irse para demostrar que es mejor de lo que ellos piensan y creen?
No. Creo que es la austeridad de la gente del campo, sobre todo castellanos y extremeños, y yo creo que Hércules se marcha por tener una vida mejor, como todos los que lo hicieron en aquellos años.
Durante muchos años, Hércules ha pagado para conseguir el título de barrendero. De hecho, se va con un cubo a la ciudad que él ha preparado, ya que los del catálogo eran muy caros. Cuando llega a la ciudad se entera de que lo han timado. Cuando te contaron la historia, ¿no te podías creer que alguien fuera tan ingenuo?
En la historia que me contaron no era barrendero, era un descargador de cajas en el mercado central de Barcelona. Pero yo tenía que reconstruir una historia en el que le cupiera ese final, e intenté hacer un ser que parecía ingenuo pero que sobre todo era bueno, y no podía entender que alguien timara con ese motivo. Ante todo, para mí, representa ese héroe de bondad, como también lo es El Quijote. Yo creo que la bondad es una de las manifestaciones más sublimes de la inteligencia humana. Y de las más difíciles. Es más fácil ser malo.
Cuando, después de varios incidentes, decide ir a pedir ayuda en el Ayuntamiento, es cuando conoce a Montse, que es una trabajadora social, que consigue que pueda ir al Distrito sur (barrio periférico de Madrid) y alojarse en un albergue municipal. Cuando llega al albergue conoce a otro de los personajes importantes de la historia, Negro Smith, que es el conserje del albergue municipal. Para mí es un personaje primordial de la historia porque es el que le muestra muchas cosas a Hércules, que harán que se tome la vida de otra forma. ¿Qué nos puedes decir de lo que te estoy comentando?
Que es un resumen de parte de la novela. Jaja. Negro Smith junto a Juana representan la emigración que viene de fuera, no la del campo a la ciudad.
Hércules se dedica a barrer las calles y pórtales para ver si consigue que alguien le dé un poco de dinero por ello. Vive en el albergue municipal de un Distrito Sur, que es un barrio periférico de Madrid, pero que podría ser él cualquier otra ciudad grande. ¿Te sirvió el vivir en el barrio de Vallecas para poder hacer creíble el escenario de tu novela ahora?
Sí, claro. Yo me fui a vivir a Vallecas con 18 años y estuve viviendo allí hasta los 45 años, más o menos. En mi imaginario es Vallecas, pero puse Distrito Sur porque lo que cuento es algo universal, que ha ocurrido en todas las ciudades a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, y no solo en España, también en Portugal, Italia, Grecia… todas las ciudades tienen sus Distritos Sur. Yo cogí una muestra particular para contar un fenómeno general.
Me gusta que el personaje protagonista no sea alguien a quien la fortuna le acompaña en todo instante, sino que es una persona que tiene que luchar mucho para seguir adelante. Algunos de sus amigos, además, son personajes que viven también en un albergue municipal, algo que se considera en la sociedad como marginal. ¿Por qué te decantaste por un personaje de este tipo?
La verdad, a él la fortuna no le acompaña en ningún momento, y sin embargo, sabe rodearse de gente amiga, salir adelante, apoyarse…Solo en un personaje así cabía el entierro que se pagó. Y porque estoy harta de que las novelas no reflejen a los perdedores.
Hércules León barre las calles del Distrito Sur. Él descubre a través de libros la fascinación por los países y lugares del mundo. Como se aburre de barrer siempre las mismas calles, decide pasar la escoba por todos los países y regiones del planeta. Cada barrido que efectúa se convierte en un viaje a través de los países y regiones. Elige el lugar haciendo girar el globo terráqueo del despacho del director, poniendo el dedo con los ojos cerrados. Porque en todas las ciudades hay basura y cosas que hay que tirar ¿Cómo surgió esa idea? Se convierte en un barrendero cosmopolita, que va conociendo a personas de distintos países, como pasa actualmente porque los barrios son multiculturales. ¿Crees que esa forma de encarar su día a día es lo que hace que siga adelante, porque los sueños son el motor de las personas?
Sobre todo quise rendir un homenaje a todas las partes del mundo, a todos los perdedores del mundo, a que da igual de donde seas y en qué circunstancia, no entiendo de fronteras, me siento más bien ciudadana del mundo. Lo demás, imaginación a la hora de expresarlo, sin que fuera panfletero. Y sí, los sueños muchas veces nos hacen salir adelante.
Otro de los personajes importantes de tu novela es Juana, que encuentra en Hércules calor y comprensión. Describes la relación de tal forma que, particularmente, a mí me conmovió. ¿Cómo se te ocurrió esa tierna historia de amor?
Porque Hércules se lo merecía, qué narices, aunque luego tuviera sus más y sus menos, como todo el mundo.
Me gusta que inicies la novela de forma que es una persona de edad la que cuenta a jóvenes la historia. Hablas de la vejez, que como expresas, ‘envejecer no es para cobardes’. Yo pienso que es importante hablar de ese periodo de la vida, de lo que se siente. ¿Qué nos puedes comentar respecto a ello?
El que fuera una persona mayor facilitaba contar históricamente los últimos años del tardofranquismo, la llegada masiva de emigrantes del campo a la ciudad, la transición, y luego las crisis como las del 2008 y el momento actual.
Otro de los personajes, que tiene peso en la historia, es Pepe el Tuercas, que es otro de los amigos de Hércules, que no vive en el albergue, pero que se pasa todo eso día en la calle. ¿Representa este personaje a todos aquellos jubilados con mínima pensión que lo único que pueden hacer es pasear y sentarse en un banco público a tomar el sol?
Pepe el Tuercas existió, y era un personaje activo, pese a que yo le ponga paseando o sentándose en un banco, que también se lo merecía. Fue el que rompió las cadenas del local del movimiento que se ocupó para centro cultural. Como fontanero no tenía precio. Tampoco como jefe de seguridad en el concierto de rock. Jaja.
En la novela sacas a relucir el tema de las migraciones internas de los pueblos a las ciudades en los años de posguerra, que llevó consigo una sistemática construcción de chabolas, cuevas y edificaciones similares en el extrarradio. Luego llegó el derribo de las mismas. Puedes explicar a nuestros lectores la razón de que hayas querido hablar de ese tema. A mí me parece muy acertado que lo hayas hecho.
He contestado algo antes. Fue algo muy general: así se han levantado las ciudades. Cuando entré en el Ayuntamiento, en la Junta Municipal de Vallecas, estuve un año pateando todas las calles para pintar un mapa en azul y otro en rojo, uno con las calles sin asfaltar y otro sin alumbrar. Ahora parece imposible, pero era el 70% del barrio, de los barrios. La lucha por una vivienda digna y por una vida digna viene de lejos, y justo ahora vuelve a ser uno de los temas prioritarios, el acceso a la vivienda.
En la novela hablas del tema del exilio y de las fosas comunes, que son una parte cruel de nuestra historia durante los cuarenta años que vivimos en una dictadura. ¿Puedes explicar un poco a nuestros lectores qué personajes en tu novela son los que están ligados a esos temas y que hace que te adentres? Yo me alegro de que hayas tocado el tema en la novela, porque hay mucho por decir aún sobre él mismo.
Estudié Historias y creo que tengo una cierta deformación profesional. No podía abordar esos años del último franquismo y la transición sin poner el dedo en la llaga, sin saber que somos hijos de eso, que mi generación está muy marcada aunque no viviera la guerra, porque sí vivimos las consecuencias… forma parte de nuestra memoria, de la memoria de una vieja en una residencia de ancianos que ha formado parte del exilio exterior. Tenía que salir, sí o sí.
Es una novela que da testimonio de cómo se construyeron los barrios de nuestras ciudades durante el siglo XX, las luchas que existían entre vecinos sobre todo por la vivienda (curioso que ahora estemos también con ese problema), cómo vivía la gente en ese barrio durante la dictadura. Además, puedes contemplar a través de la novela, los problemas que tenían las personas que rozaban la marginalidad. ¿Crees que puede servir a los jóvenes para entender todo el proceso que nos ha llevado a vivir el presente, como creo que intentas expresar desde el inicio de la novela?
En la novela hay dos personajes centrales, al menos para mí, ellos son los importantes, los que no tienen nombre ni tienen voz, los jóvenes a los que la anciana les cuenta la historia. Solo al final se desvela quiénes son. Nuestra historia, nuestro pasado reciente, nuestros errores, todo tiene que ser conocido por ellos, al menos para que no se repita. Lo que se olvida o no se nombra pasa al olvido. Y este país ha pasado por años durísimos que debería tener todo el mundo presente. Más con el auge de la ultraderecha en Europa, con Trump en el poder de USA.
El tema de la dignidad, que es tan importante para mí, lo tratas desde el hecho de que el protagonista paga por tener un entierro digno, con unos lujos de los que ha carecido toda su vida. ¿Es la parte de la historia que más te atrapó para querer contarla? También, antes de ese episodio, hay dos temas muy presentes en la novela, que son la bondad y la esperanza. ¿Por qué quisiste que estuvieran tan presentes?
Lo de la dignidad ya lo he contado. Lo de la bondad también. Hablaré de la esperanza: sí, intenté crear personajes perdedores pero alegres y con esperanza en la vida y en la muerte, porque Hércules también espera solucionar lo que dejó pendiente cuando ya solo es energía en el Universo. Cuando Ken Loach estrenó en el festival de Cannes su última película, dijo una frase en la rueda de prensa que repito mucho porque es lo que pienso, pero si lo dice él tiene más repercusión, claro. Él dijo que había que hacer de la esperanza una cuestión política, porque el pueblo que pierde la esperanza vota al fascismo. Muchas veces me dicen que soy pesimista, yo creo que no, pero aunque así fuera, el pesimismo y la esperanza no están reñidos aunque lo parezca.
Hablas de la crisis que se produjo, que dejó a la gente muy desamparada, diciendo además que la gente vivía por encima de sus posibilidades. Muy acertado todo lo que expresas al respecto. ¿Cuál es la razón de que quisieras dejar constancia de ello de forma contundente en tu novela?
Bueno, la crisis del 2008 fue brutal. Yo solo cuento cómo pudo afectar a la vida de la gente que no la propició a través de mis personajes.
Tienes tres libros de relatos publicados, que son ‘Principio de Incertidumbre’, ‘Horizontes de sucesos’ (ambos libros en Cuadernos del Vigía) y ‘Cuestión de tiempo’ (la misma Editorial que tú última novela, Menoscuarto Ediciones). Tienes también publicada una novela anterior, cuyo título es ‘En el año de Electra’ (Evohé ediciones). ¿Puedes explicar un poco de todas ellas? ¿Dónde te sientes más cómoda, con libros de relatos o escribiendo novela?
Creo que la mejor manera es leer los libros. Solo diré que los títulos de los libros de cuentos vienen por mi fascinación por el universo y por la astrofísica. La novela En el año de Electra está ambientada en el estreno de la obra de teatro de Galdós del mismo nombre en el año 1901.
Me gustan mucho los dos géneros. El cuento me encanta. De hecho, intenté escribir un relato con Hércules, pero se me escapaba. En un cuento no podía contar todo lo que para mí contenía, así que terminó en novela. Ahora, en cambio, estoy con cuentos. Tras una novela acabo tan exhausta que no puedo con otra.
Como investigadora y editora literaria, te has especializado en la obra de Max Aub. Has llevado a cabo diversas ediciones de su obra, que son: ‘Juego de cartas’, ‘Manuscrito cuervo’ y, ‘Luis Buñuel, novela’, está última, me supongo que ha sido la más costosa en tiempo y esfuerzo, ya que fue un proyecto inacabado. ¿Puedes explicar por qué elegiste a ese autor? ¿Qué es lo que te fascina de él?
Max Aub es el escritor por antonomasia del exilio. Las novelas del Laberinto mágico es lo mejor que se ha escrito sobre la guerra. Creo que ha sido injustamente olvidado porque no se casó con nadie y porque la generación del 27 fue una edad de plata en poesía y él fue el único que destacó en novela, aforismo, cuento… es inabarcable.
Lo primero que leí de él me lo dio mi padre, creo que yo debería tener 15 años. Luego todo fue empeño y sobre todo el buen hacer de Elena Aub, la hija de Max, que quiso que fuera yo quien rescatara el Luis Buñuel, novela, porque yo pertenecía al exilio y podía entender mejor lo que su padre quiso hacer. Me lo ofreció y acepté el reto. Aprendí muchísimo, me metí en su cabeza como nunca lo había hecho con otro escritor.
¿Qué añadirías a la entrevista para que fuera más completa? ¿Qué pregunta que consideres importante no te he realizado?
Nada
Juana Ma. Fernández Llobera
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