CONVERSANDO CON MARÍA CHARNECO
HIPATIA Asociación Intercultural

CONVERSANDO CON MARÍA CHARNECO

Juana Ma. Fdez. Llobera | 6 ene 2025


ENTREVISTA A MARÍA CHARNECO

Por JUANA MARÍA FERNÁNDEZ LLOBERA

Buenos días, María.

Un placer poder conversar contigo sobre tu última obra y sobre tu trayectoria como Escritora.

¿Qué aconteció en tu vida para que dejarás la Publicidad para adentrarte más en una escritura más personal, en una comunicación de ese tipo?

"La publicidad me permitió durante muchos años desarrollar mi creatividad, explorarla por todos los medios y para públicos muy diversos, pero siempre dentro de los parámetros de marcas muy concretas. Llegó un momento en que necesité ponerme en la piel de personajes que yo misma inventase y liberar el tono de mi narrativa. Ese momento coincidió con una crisis personal (me costaba mucho hacer frente a los compromisos de mi vida privada) y con la mayor crisis económica del sector que se recordaba hasta la fecha".

¿Cómo se te ocurrió la idea de juntar cuatro relatos de temáticas tan distintas para “Animales de ida y vuelta”? Cierto que son historias todas sobre mujeres, con vivencias muy importantes para ellas y con el nexo de los animales en sentido simbólico. ¿Algunas son vivencias personales tuyas directas?

"Los cuatro relatos que componen el libro tienen que ver con puntos de ignición en la vida de sus protagonistas, con instantes reveladores en los que los personajes han de despedirse de lo que conocen o aprender a mirar la vida con otros ojos. En todos los textos hay un diálogo entre el pasado y el futuro que conduce al personaje a un nuevo presente. El ser humano es un animal que va y vuelve por esa elipse a lo largo de su vida, de ahí el título del libro; más allá de que cada cuento incorpore un animal con una carga simbólica. Detrás de cada historia hay una vivencia personal que he ficcionado creando personajes y manipulando tiempo, espacio y argumento para que funcione como relato".

¿Conocías ya a Yolanda Serpa antes de iniciar este proyecto juntas?

"No, una amiga común nos puso en contacto. Compartí con ella los relatos y nos entendimos maravillosamente durante el proceso creativo de las ilustraciones. Fue un hallazgo no solo artístico".

Hablar de lo que se siente cuando te diagnostican cáncer, pienso que puede ayudar mucho a personas que están pasando por ese trance. Sobretodo ante una operación en la que te enfrentas a un cambio tan importante para una mujer como es la extirpación de uno o de ambos senos ¿Por qué te decidiste a hablar de ello en el segundo cuento del libro denominado ‘Sin vida, pero va a quedar muy bien’?

"Las palabras llegaron siete años después del diagnóstico, a partir de la imagen de las cigüeñas que recojo en el cuento. Los procesos en este tipo de enfermedades son tan diversos, que nunca me planteé hablar de ellos. Lo que sí quise con el relato fue trabajar el estado emocional en el que, al menos yo, me sumí para poder transitar por el cambio que me esperaba. La búsqueda de la soledad y el diálogo interior fueron mis armas, igual que para la protagonista de «Sin vida, pero va a quedar muy bien». Como un pájaro en invierno, escondes la cabeza entre el plumaje hasta ser capaz de echar a volar de nuevo. Aunque el universo entero quiera ayudarte, todo y todos te sobran. Esa cuestión (que he compartido con otras personas en mi situación) puede desconcertar tanto al enfermo como a quienes le acompañan y me parece digna de ser contada para naturalizarla".

En el tercer cuento, denominado “Estallidos”, hablas de los atentados del 11 M en Madrid, pero la historia paralela a dicho periodo es lo que le pasa a la protagonista en la empresa en la cual trabaja en un momento en que se encuentra embarazada.

Es un atentado personal que le produce la necesidad de un cambio. ¿Es algo que viste o viviste de cerca? Lo digo porque describes muy bien a los diferentes tipos de personajes que se mueven en dicha empresa y sus intenciones además de su comportamiento.

“Mi embarazo lo viví con una energía enorme, fue una etapa de efervescencia creativa que no coincidió en el tiempo con los atentados del once de marzo, aunque este suceso sí lo viví muy de cerca y me impactó mucho. He trabajado durante años en el entorno de las multinacionales y en este tipo de empresas los procesos de aterrizaje de nuevos directivos y sus equipos son frecuentes y particularísimos. La productora en la que trabaja la protagonista de «Estallidos» responde a este perfil de compañía. Para crear, me inspiro en lo que conozco. En mis textos suelo trabajar mucho las descripciones. Creo en las descripciones precisas, evocadoras, que arropan a los personajes, sus entornos y también al lector”.

En el último cuento, cuyo título es “Días sin mí”, abordas el tema del confinamiento y lo que supuso para la protagonista, aparte de que estamos hablando de una persona que tiene poco éxito con su faceta artística y vive con una mujer que sí que lo tiene y que es la que consigue el dinero para sustentar dignamente a ambas. A mí particularmente, me gusta que hayas introducido una pareja de mujeres, no sólo porque creo que hay que normalizar el hecho de que se hable naturalmente como cualquier otra pareja, de hecho en mi último libro publicado las protagonistas son dos mujeres también, sino porque visualizas muy claramente lo que siente la protagonista en relación con lo que vive.

"El confinamiento funciona en este relato como agravante del propio círculo cerrado en el que vive Aurora, la protagonista del relato. El arte es liberador, pero su búsqueda por parte del artista exige emprender un camino solitario y a veces obsesivo, que no siempre es fácil conciliar con la vida y quienes te rodean. Máxime, en una sociedad capitalista. El conflicto que plantea el texto sería el mismo entre un artista y su pareja, sea esta mujer u hombre. El tema del arte, su papel en la sociedad; la implicación del artista en su obra; la frontera entre creación y realidad son cuestiones recurrentes en mi literatura".

Tu respuesta me lleva a “Lo que callan las flores”. En 2023 habías quedado finalista del “Premio Malas Artes”, con esta obra. En ella hay dos protagonistas, Lili y Ariel, que viven en Nebila, que es una sociedad represiva. Lili desprende un olor incontrolable al sudar que la lleva a aislarse. Por su parte, Ariel, que es un famoso novelista gráfico, se oculta por una enfermedad en la piel. ¿Cómo se te ocurrió crear un mundo del futuro con esos dos personajes? ¿Tiene algo que ver el hecho de la sudoración excesiva de Lili con lo que pasa, en ocasiones, cuando se tiene cáncer de mama, que es un tema que has tratado en «Animales de ida y vuelta»?

"No, la sudoración en la novela no está relacionada con la cuestión de los efectos del cáncer. Al menos no conscientemente, jajaja. Con «Lo que callan las flores» quise escribir una historia de amor que llegase a producirse a pesar de que cada vez nos tocamos menos; nos relacionamos casi más por las pantallas que en persona. Me preocupa mucho esta manera de estar en el mundo, de conocer y darte a conocer. «Lo que callan las flores» es una historia de identidad y de amor propio, en la que la creatividad y el arte ocupan una parte esencial; los dos protagonistas son artistas a su manera. Quise imaginarme hasta dónde nos podía llevar el mundo en que vivimos y colocar la acción de la novela en ese espacio narrativo. Lo que separa al mundo virtual del real es el tacto y partí de ahí para el desarrollo de la historia".

Has decidido ayudar a otros en su creación literaria. ¿Qué te condujo a ello y cuál es la razón de que hayas elegido personas mayores? A mí particularmente me parece una labor muy positiva y una experiencia muy bella.

"Mi padre vivió los últimos años en una residencia de mayores. Allí lo cuidaban muy bien físicamente, pero a la salud mental no le prestaban tanta importancia. La escritura no solo estimula las conexiones neuronales, sino que ayuda a encontrar respuestas y cuando alguien alcanza la etapa madura de su vida tiene en ella a una gran aliada para reconstruir su legado y dimensionar su paso por este mundo. Trato de compaginar la estimulación de los recuerdos con la enseñanza de las técnicas narrativas. Enseñar es, además, una forma de ganarse la vida que no tiene edad; al contrario, cuanto más hayas aprendido, más podrás enseñar. Me apasiona compartir lo que sé, ver cómo alguien se alegra con sus propios hallazgos y aprendo tanto de las personas a las que trato de enseñar…"

¿Qué sentiste al ganar “el Premio Soledad Verdú” junto a la ilustradora Yolanda Serpa?

"Cuando me comunicaron que había ganado el premio, estaba sentada en mi estudio, frente al escritorio donde trabajo. Di un bote en la silla y me impulsé con las ruedas hasta salir al pasillo de mi casa. Fue Susana Noeda, la editora de Adeshoras, quien me llamó y solo supe decir «qué bien, qué bien, qué bien». El jurado había destacado la calidad del trabajo, la obra había logrado conectar con alguien al otro lado. Al fin al cabo, un jurado no deja de ser un grupo de lectores con distintas sensibilidades. «Animales de ida y vuelta» es un libro muy personal, con el que me siento a gusto porque he logrado una contención difícil en temas que me tocan mucho. Su contenido llega en especial al público femenino (las mujeres son protagonistas), pero también al lector masculino. No en vano, la obra trata temas que nos tocan a todos: el conflicto entre lo ideal y lo real; la frustración; el individuo frente a los poderes fácticos, el edadismo… El día que recogí el premio estaba pletórica, pero también nerviosa, muy nerviosa. Tanto que olvidé dar expresamente las gracias a la familia Verdú Rotellar. Aunque contacté con ellos a posteriori, les envío desde aquí mi agradecimiento".

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