CONVERSANDO CON MARÍA FRAILE YUNTA
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CONVERSANDO CON MARÍA FRAILE YUNTA

"Verde y malva", libro de relatos de María

Juana Ma. Fdez. Llobera | 17 mar 2025


‘Verde y Malva’

de María Fraile Yunta

 

Buenas tardes, María.

Esta entrevista nace de haber leído tu libro de relatos ‘Verde y Malva’, pero no solo quiero hablar en ella de tu último libro, sino de otras facetas tuyas que he ido conociendo al estar preparándola.

J.M.: Antes que nada, me gustaría que nos hablaras de ti, para que nuestros lectores te conozcan. Naciste en Carrascosa del Campo, que pertenece a la provincia de Cuenca. Podrías contarnos dónde vives ahora y qué te impulsó a estudiar Historia del Arte siendo en la actualidad doctora. Además, eres periodista cultural especializada en arte español del siglo XX, ¿cómo te salió la oportunidad de escribir sobre Arte? Puedes añadir todo lo que consideres que es importante para que te conozcan mejor nuestros lectores.

M.F.Y.: Así es, soy de Carrascosa del Campo, un pueblo de la provincia de Cuenca en el que además resido, aunque por circunstancias laborales paso también tiempo en Madrid, ciudad a una hora del mismo donde además cursé mis estudios. La vida en una ciudad, después de haber vivido siempre en un pueblo y de amar la vida rural, me resultaba árida, pero la pasión que sentía por lo que estudiaba, la Historia del Arte, me ayudó a permanecer en ella. Desde que era pequeña supe que quería estudiar algo relacionado con el arte; quizá en ello influyó el hecho de que durante varios años estuve acudiendo a clases de pintura, pero creo que la semilla estaba en mí desde siempre y que mi elección tuvo que ver mi forma de ser y estar en el mundo. Como siempre me había gustado escribir y sentía la necesidad de vincular mis estudios en arte con la escritura, de dedicarme a ella profesionalmente, cursé un Máster en Periodismo Cultural y a raíz de ello trabajé en la redacción de dos revistas de arte e historia y comencé a colaborar con medios y revistas escribiendo artículos especializados en arte, críticas de arte, entrevistas a artistas... A la vez, empecé a trabajar como docente de Historia del Arte en una universidad pública y en algunos centros privados y todo ello me llevó a sentir la necesidad de hacer un doctorado para especializarme en lo que más me apasionaba: el arte español del siglo XX, y escribir una tesis doctoral que se titula La escultura española en hierro entre 1950 y 1975: una cosmogonía mística dibujada en el espacio. Todo ello podría haberme encaminado más hacia el ámbito de la investigación, el cual tampoco es que descarte, pero el estudio y la difusión de la obra de los creadores a lo largo del tiempo lo ha hecho en gran medida hacia el de la «creación» a través de la escritura.

J.M.: Tu libro de relatos ‘Verde y Malva’ fue publicado hace pocos meses, más concretamente el catorce de noviembre de 2024, por la Editorial Platero Coolbooks. ¿Cómo nació la idea de escribir dicho libro y cuándo lo comenzaste?

M.F.Y.: Desde hacía tiempo era algo que intuía que haría, pero la escritura en revistas y medios de comunicación afianzó mi necesidad de escribir ficción, así que todo ello comencé a compaginarlo con la escritura de prosa poética y de algunos poemas que leía en el «Aula Poética de Cuenca», a la que pertenecí durante un tiempo, y con la formación en relato y novela en varias escuelas de escritura. Fue todo ello lo que me llevó a escribir cuentos de una forma natural y, entre los mismos, a escribir los que se incluyen en Verde y malva: cuentos escritos en diferentes momentos, pero donde, sin haberlo previsto o sin haber sido consciente de ello en el momento de escribirlos, hay elementos en común y un hilo conductor.

J.M.: En ‘Verde y malva’ presentas una colección de ocho relatos en los que exploras los paisajes de la mente y corazón humanos con mucha sensibilidad. El primer relato se titula ‘Olas’ y nos cuenta la historia de Zazú y su padre, que viven ambos en un faro en el que han vivido varías generaciones de su familia. Yo cuando era pequeña quería ser farera y cuando los automatizaron me dio mucha pena. Creo que en ese sentido tenemos algo en común. ¿Nació ese relato de ese hecho o nos puedes contar un poco de dónde partió?

M.F.Y.: Por un lado, nació del hecho de que siento una gran fascinación por el mar, me llena de energía escuchar el sonido de las olas, de las gaviotas que se posan en la arena…, ese ambiente marítimo me hincha los pulmones de vida. Y por otro, del hecho de que soy una persona nostálgica y siento necesidad de apresar de alguna forma aquello que va a dejar de existir, ese pasado más reciente, no muy lejano en el tiempo, donde no había tantos avances técnicos ni tecnología, pero sí una gran belleza, la belleza del contacto puro con la naturaleza, con la esencia de la vida y con valores que están desapareciendo. Por ello el cuento está ambientado a principios de los años sesenta, justo antes de la llegada masiva del turismo y la masificación a la costa y a las playas.  

J.M.: Me encanta que cada relato esté complementado con dibujos que tú has realizado. Quien me conoce, sabe que otra de mis pasiones es dibujar y pintar, razón por la cual me fijo mucho en ello. Siendo doctora en Historia del Arte, es de suponer que eres una enamorada del Arte, así que le das mucha importancia también a ello. ¿Ilustras siempre tus libros? Aparte de ilustrar, ¿pintas cuadros o realizas algún tipo de Arte fuera de ello?

M.F.Y.: Así es, la parte visual para mí es muy importante tanto en la literatura como en la vida en general. Creo que escribo a partir de imágenes y de hecho me han dicho que es algo que se percibe en mis relatos. Casi siempre es una imagen, un universo visual, lo que hay en mi mente cuando empiezo a escribir una historia, de donde parte mi inspiración. Y claro que es como dices, pues sin duda, el haber estado tantos años estudiando a los pintores, los escultores, a los artistas… ha influido fuertemente en mí. Como he comentado antes, hace años pintaba cuadros al óleo y tengo varios, alguno a medias que me gustaría retomar, pero esa vertiente práctica la sustituí por la teórica, reemplacé la creación en sí por el estudio de la obra de los creadores, por lo que este es el primer libro que ilustro. Me aventuré y disfruté mucho haciéndolo, de un modo, además, total y conscientemente artesanal, opuesto a la moda de estos tiempos de inteligencia artificial. Intenté que las ilustraciones complementaran el texto ayudando a que el lector se adentrase en un universo determinado, y no es algo que descarte volver a hacer en algún momento en el futuro. Pero no soy una ilustradora profesional y, de hecho, aunque están hechas con mucho cariño y esmero, y alguna me costase más hacerla, son ilustraciones muy sencillas.

J.M.: El segundo relato tiene por título ‘Ecos’ que trata de una joven de veinte años a la cual su madre le dijo que ya que no parecía que fuera casarse era mejor que se marchara fuera a ganarse la vida, ya que ellos eran muchos. Así es como decide irse con un matrimonio en un barco trabajando para ellos. Ella quiere quedarse en su pueblo cosiendo, pero al final cede y decide irse. ¿Cómo se te ocurrió la historia en la que una caracola es un elemento importante de la misma?

M.F.Y. : Cuando éramos pequeños, a casi todos nos contaron que si te acercabas una caracola al oído podías escuchar cosas o, al menos, el sonido del mar, de las olas…, y en este cuento, uno de los personajes incita a la protagonista a escuchar, pese a sus reticencias, los ecos de lo que hay al otro lado del mar, de esa lámina de agua que no se atreve a cruzar. Por lo que la caracola es un elemento simbólico que alude a esos «ecos» que dan nombre al mismo cuento y que incluso en algún momento pensé que podían titular el libro entero. Es un libro que habla de ecos, de esos ecos que nos instalan en el pasado provocándonos nostalgia o en el futuro haciéndonos sentir esperanza, situándonos a veces en situaciones complejas o difíciles de afrontar. Y ahondando un poco más en lo personal, te diré que desde que era pequeña me han atraído siempre mucho no solo las caracolas, sino también las piedras, los palos…, todos esos elementos que azarosamente puede brindarnos la naturaleza en un simple paseo por el mar o por el campo. Aún recuerdo cómo, siendo pequeña y no tan pequeña, en más de una ocasión volví a casa con la mochila e incluso con bolsas llenas de piedras que después guardé durante años en mi dormitorio, o incluso cómo me encapriché de un palo de madera enorme que me parecía lo más bonito del mundo y me acompañó durante días allí donde iba para después tenerlo también durante años guardado junto a las piedras.

J.M.: Dedicas el libro a tus abuelos, eso quiere decir, que estás muy unida a ellos. ¿Qué nos puedes decir de ellos? Seguro que están muy orgullosos de ti.

M.F.Y.: Así es, y me encanta que me hagas esta pregunta. Tristemente los cuatro han fallecido ya y se lo he dedicado a ellos, igual que los situé en primer lugar en las dedicatorias de mi tesis, por varios motivos. En primer lugar, porque es un libro que, en gran medida, habla de la fuerza de las raíces y los orígenes, del amor por el lugar donde nacemos o del que procedemos: ese lugar donde sin duda ellos son figuras esenciales. En segundo lugar, porque creo que ellos son de las personas que más creyeron en mí y más se alegrarían con mis posibles éxitos o las cosas buenas que me sucedan. Y en tercer lugar porque, cuanto más tiempo pasa, más los echo de menos. Los abuelos son figuras protectoras, un refugio en nuestras vidas que, incluso cuando ya son mayores o están convalecientes, en medio de sus silencios nos aportan seguridad, paz y, con una simple mirada nos dicen tantas cosas…. A veces es cuando nos faltan cuando más cuenta nos damos de ello, pero es así, me acuerdo de ellos todos los días. 

J.M.: El tercer relato, al que pusiste de título ‘Rayo’ narra la historia de dos hermanos, Fernanda y Toribio. Él sufrió un accidente que lo dejó incapacitado y ella le promete a su madre, antes de morir, que cuidará de él, pero quieren encerrarlo, llevárselo de dónde vive con su hermana porque creen que no está atendido. El final, que no desvelaré, por supuesto, me parece genial. ¿Conocías una historia que te llevó a crear la que aparece en tu libro?

M.F.Y.: No eres la primera persona que me habla del final de este relato, me alegro mucho de que te haya gustado. En cuanto a lo de que si me he inspirado en alguna historia conocida, pues es que, al final, quienes escribimos nos nutrimos de todo lo que hemos vivido, conocemos o nos han contado en algún momento, por lo que sí, en el origen del mismo hay una historia conocida. Pero, aunque tú te inspires en la vida real o en algo que se te ha quedado grabado de la misma, después tú haces evolucionar la historia por unos derroteros u otros, por unos cauces que no tienen por qué coincidir con lo que ha sucedido en la realidad. Si así fuera tendríamos una crónica o un ensayo y no un cuento y este no es el caso. Ahora bien, en su desarrollo, la historia puede alejarte de la realidad conocida, pero no de las reflexiones o aprendizajes a los que esta te llevó, que quedan reflejados en lo escrito. 

J.M.: Los siguientes relatos son ‘Quinto’, ‘Herida’, ‘Titeres’, ‘Tránsito’ y ‘Luces’, pero no voy a hablar de ellos porque la gracia está en que se lean y que se encuentren con la sorpresa. Solo quisiera hacerte la siguiente pregunta: de todos los relatos del libro, ¿cuál te costó más escribir y cuál fue la razón de ello?

M.F.Y.: En realidad, como los escribí por puro placer y sin pensar en si iban a ser publicados o no, no me resultó complicado escribir ninguno de ellos pues lo hice sin presión y de una forma muy natural. Quinto fue una excepción porque es un cuento que escribí bastante tiempo después que el resto. En el lugar de Quinto iba a ir otro cuento, pero este otro no terminaba de convencerme y decidí escribir uno distinto, que la editorial aceptó. Tampoco es que me resultara difícil escribirlo, de hecho, la idea de la que surgió ya la tenía en la mente desde hacía tiempo, pero sí que al escribirlo ya tenía la presión de que tenía que ser publicado y no quería defraudar. Por otro lado, alguno de los cuentos, cuando supe que iban a ser publicados y tenía que revisarlos y enviar la versión definitiva, lo corregí mucho y cada vez que lo leía metía más la tijera. Y si ahora mismo volviera a tener la oportunidad, seguro que volvía a hacerlo. Al final escribir es corregir, reescribir… y cuando uno lee lo escrito anteriormente siempre hay algo que puede apetecer modificar, no porque esté mal, sino porque va con el oficio.

J.M.: Antes de la publicación de ‘Verde y Malva’ publicaste un cuento infantil, que se titula ‘Viaje lunar’. ¿Puedes contar a nuestros lectores de que trata el cuento? A mí me apasionan los cuentos infantiles, razón por la que me dedico a escribir también ese género.  De hecho, está a punto de salir uno mío muy especial para mí. ¿En qué género te encuentras más cómoda? ¿Piensas escribir más cuentos infantiles? ¿Vas a ilustrarlos?

M.F.Y.: Coincidimos totalmente, a mí también me apasionan los cuentos infantiles y los álbumes ilustrados, de hecho, los colecciono y tengo un buen número de ellos. Quizá por mi formación histórico-artística, siento una gran fascinación por esa combinación de texto e ilustraciones que casi siempre son enormemente sugerentes e incluso verdaderas obras de arte que nos transportan a universos maravillosos... Viaje lunar fue el primer libro que publiqué y fue muy especial porque llegó en un momento importante para mí. Acababa de defender mi tesis doctoral, un trabajo arduo e hiper documentado que me tuvo años sumida en una especie de oscuridad y este libro trajo a mi vida luz. Además, el mismo cuento habla de luz en la oscuridad, de la luz que puede traer un grupo de doctores para sanar a un niño con un problema de salud, pero también de la luz sanadora de la literatura, el arte y la creación en sí. Es un cuento que mezcla la realidad y la fantasía a través de un viaje por el firmamento y donde se puede apreciar que, para superar la adversidad, tan importante puede ser la ciencia como el arte, la literatura, la imaginación... Me encuentro cómoda en el género del cuento y deseo escribir más cuentos infantiles, ya tengo varios en mente, e ilustrarlos sería increíble, pero también quiero explorar otros géneros como el de la novela, en el cual ya estoy inmersa. Y no obstante, lo próximo que saldrá a la luz creo que va a ser un libro de arte. 

J.M.: Ahora me gustaría que nos hablaras de tu experiencia como crítica de Arte. ¿Qué es lo más gratificante de esa faceta?

M.F.Y.: El género de la crítica de arte es la forma que encontré de vincular mis dos vocaciones: la Historia del Arte y la escritura. Fue esta combinación lo que me llevó a querer realizar el Máster en Periodismo Cultural y, nada más acabarlo, a escribir sobre arte en revistas especializadas, en la sección cultural de algunos periódicos, en algunas revistas online… En su momento, disfrutaba mucho con ello pues casi siempre podía abordar exposiciones que me motivaban y escribir con libertad, me recreaba en lo que escribía e intentaba llevar a cabo lo que me decía un profesor que tuve en la carrera: «que, sobre arte, sobre creación, ha de escribirse creando…», por lo que cuando sentía que lo conseguía me llenaba de satisfacción. Pero como te he comentado, llegó un momento en el que necesitaba ir más allá de lo periodístico y además creo que la crítica de arte ha perdido un poco su sentido inicial. Solemos escribir sobre exposiciones, artistas… que nos gustan, para hablar bien de ellos y, de paso, lucirnos nosotros escribiendo, no escribimos de lo que no nos gusta, para hacer una verdadera crítica, como se hacía en los orígenes de la misma. Aún así, y aunque me haya adentrado en el ámbito literario, soy historiadora del arte y siempre seguiré compaginando ambos mundos tanto en mis lecturas como en los textos y libros que escriba.

J.M.: También te dedicas a la docencia. ¿Qué asignaturas das y qué edades tienen tus alumnos? ¿Qué es lo que más te gusta de impartir clases?

M.F.Y.: Si te soy sincera, no desde siempre quise ser profesora, me veía mucho en algo más vinculado a la creación o en un trabajo más apegado a las obras de arte en sí, pero tras unos estudios como los míos es muy fácil terminar impartiendo clases y siendo profesor o profesora. La vida me llevó a ello y he de decir que disfruto muchísimo dando clase y me apasiono enormemente hablando de algo que me entusiasma, más aún cuando siento que soy capaz de transmitir ese apasionamiento. Llevo ya más de doce años impartiendo clases de arte tanto en una universidad pública como en centros privados; entre mis alumnos predominan los de edad adulta, pero también los he tenido de menor edad, y aunque he impartido e imparto una variedad de asignaturas, como Arte del Renacimiento, Arte del Barroco, Historia de la Escultura, Teoría del Arte, Teoría de los Bienes Culturales e incluso Historia de la Filosofía, lo que más he impartido y donde más cómoda me siento es asignaturas de Arte de los siglos XIX y XXPintura y escultura españolas también de estos siglos, monográficos sobre pintores como Pablo Picasso, Arte Abstracto… Me encanta y creo que controlo también, por ejemplo, el Barroco español, pero siempre me termino decantando por el arte de los siglos XIX y XX, y dentro del mismo, por el español, que es con el que más disfruto y en lo que estoy especializada.

J.M.: ¿Qué añadirías a esta entrevista para que la consideres más completa? ¿Qué es importante para ti y no te he preguntado?

M.F.Y.: Solo me queda agradecerte el haberme dado la oportunidad, con una preciosa entrevista, de dar a conocer un poco más Verde y malva, pero también mi propia persona, que es en definitiva quien hay tras el libro. Y decir que, aunque sé que nada es fácil, espero seguir avanzando por este camino de la escritura, que tanta luz aporta a mi vida, y que mi próximo libro tras Verde y malva, el cual ya he comenzado a escribir, no tarde mucho en estar terminado y ver la luz. 

                                    Juana María Fernández Llobera

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