‘Cortocircuitos’ de Mercedes Ruiz Castillo
Veinticinco relatos que no te dejarán indiferente
Buenas tardes, Mercedes.
Me complace hacerte una entrevista sobre tu libro “Cortocircuitos” y para saber más de ti, para que los lectores de nuestro periódico te conozcan.
J.M.: Eres cordobesa de nacimiento, pero vives en Málaga y has trabajado en Villanueva del Rosario. ¿Qué nos puedes decir acerca de ello? Cuéntanos de dónde te viene la pasión por la escritura y cuándo comienzas a escribir. ¿Qué te llevó a ello? Me gustaría que nos contases a qué te dedicas y todo lo que desees decir respecto a ti.
M.R.: Aunque llevo muchos años fuera de Córdoba, donde nací, no olvido mis raíces y siempre que puedo vuelvo a pasear por sus calles, vuelvo para visitar a mi familia, vuelvo porque lo necesito, sin más. Estudié el bachiller y COU en Cáceres, con una beca en la Universidad Laboral. Terminé allí Magisterio también. Una vez leí una frase de Max Aub que decía más o menos que uno es de donde hace el bachillerato. Algo de razón tenía porque aquellos años me marcaron profundamente en todos los aspectos. Sigo vinculada con Extremadura y con las amigas que hice allí. Y seguiré vinculada porque me casé con un extremeño y seguimos yendo siempre que podemos a ver a la familia y a los amigos. Por cuestiones laborales nos vinimos a trabajar a Villanueva del Rosario, un pueblo de Málaga precioso que nos acogió y en el que hemos trabajado toda la vida. Seguimos viviendo en Villanueva, pero ahora alternamos con Málaga, por eso del buen clima.
Recuerdo que me gusta escribir desde niña. Y no se me daría mal porque mi madre me encargaba las cartas con las que en mi niñez nos comunicábamos con la familia y con cualquiera que no viviese en Córdoba. Y en el colegio era brillante cuando tocaba escribir redacciones, o eso decían. La verdad es que he escrito siempre. Y me ha gustado anotar cualquier cosa y fantasear con crear historias a partir de ellas. Los últimos años que trabajé organicé un periódico digital en la escuela con los niños y las niñas de quinto y sexto de primaria que fue todo un éxito y en el que escribía las editoriales y les guiaba para escribir los artículos que sacábamos. Fue una experiencia que recuerdo con mucho cariño porque además teníamos una sección de radio y televisión.
Aunque más tarde de lo que yo hubiese querido, entré en un grupo de escritura. Tenía muy claro que en el arte de escribir también hay que formarse. Tuve la suerte de encontrar a un profesor y a un grupo extraordinario que me han enseñado muchísimo. Y ahí sigo. Como toda mi vida. Aprendiendo constantemente. Formándome. Y, sobre todo, disfrutando muchísimo con lo que hago. Ahora con la escritura. Hoy por hoy no sólo me gusta escribir. Necesito escribir.
J.M.: Ganaste el Festival Oño 2020, organizado por AMEIS (Asociación de Mujeres Escritoras e Ilustradoras), con tu relato titulado ‘Mermelada de naranja amarga’, que está incluido en tu primer libro, que se titula ‘Laberintos en la mente’, publicado por Ediciones del Genal. ¿Qué significó el premio para ti? ¿Nos puedes contar un poco de qué trata el relato? ¿Nos puedes comentar de qué trata tu primer libro?
M.R.: Fue un regalo inesperado. Entonces no conocía a AMEIS. Me animó una amiga que sí conocía la asociación y busqué entre mis relatos uno que se ajustara al tiempo que se requería, porque había que leerlo en un vídeo que se enviaba por Youtube, para que después el público en general lo pudiese votar. Tuve muchos más votos de los que yo pude imaginarme. Y desde entonces mi relación con AMEIS ha ido in crescendo.
“Mermelada de naranja amarga” es un relato intimista, habla de recuerdos de la infancia, de las relaciones con nuestras madres y nuestras abuelas, de los olores, de los sabores que nos inundan cuando somos pequeños y que no nos abandonan nunca. Aún se puede visionar en el canal de Youtube de AMEIS con el siguiente enlace:
https://youtu.be/sJfCkJRD4Hw?si=b9_wAXVu-EYOERGW
Está incluido en mi primer libro de relatos. Es un libro al que le tengo mucho cariño. Los relatos van todos con ilustraciones de Aitana Bravo Rabaneda. En él hay veintiséis relatos y microrrelatos de temática variada. Los hay de suspense, de familia, de escuela, de humor…Y creo que lo mejor para hablar de ellos es reproducir la contraportada:
“La mente es un laberinto misterioso. El subconsciente juega con nosotros. No nos avisa. Y en cualquier instante salta una chispa que nos lleva a crear una historia de la que nunca hemos tenido constancia. Es un juego que mezcla realidad con fantasía y que fascina. Fascina hasta tal punto que se empieza una historia y la mano escribe y escribe hasta decir basta. En ese final es cuando se es consciente de que la mente juega con nosotros y nos lleva por ese laberinto misterioso de infinitas y secretas salidas”
J.M.: Y ahora sí, vamos con tu libro “Cortocircuitos”. Hay una frase de Vladimir Nabokov, al comienzo del libro que expresa: <
M.R.: Exactamente fue la frase que me inspiró para el título del libro.
Todos los relatos de “Cortocircuitos” están inmersos de alguna manera en una oscuridad luminosa. Navegan en puntos de oscuridad, pero creo que casi todos esconden también puntos de luz. Además, ¿qué es la vida más que una luz entre la oscuridad de antes de nacer y la oscuridad de nuestra muerte? La frase de Nabokov no puede expresarlo mejor. Suena todo algo tenebroso, pero para nada es así. Es la realidad.
Y también tengo que decir que entre todos los relatos del libro, hay que buscar retazos de humor del que no me gustaría desprenderme nunca.
J.M.: El libro contiene veinticinco relatos. ¿Qué tienen en común todos esos relatos? ¿Puedes explicar cómo nació la idea de reunirlos en un libro?
M.R.: Son historias que tienen en común tramas de hilos invisibles y electrizantes que abocan en una especie de cortocircuito en las cabezas de sus personajes, dando como resultado acciones perturbadoras o finales imprevistos, transformándolos en individuos peligrosos, inquietantes o desconocidos.
Escribo relatos de todo tipo, pero me he dado cuenta de que estoy muy cómoda escribiendo historias de suspense o de miedo, creando tensión en los personajes.
Cuando publiqué mi primer libro tenía muy claro que el siguiente sería con historias así. Y reuní algunos que son los que aparecen en “Cortocircuitos”. Aún tengo muchos sin publicar.
J.M.: Entremos un poco en las historias de este libro, para que los lectores de la entrevista sepan más sobre ellas. A mí, la verdad, es que unas me han impactado, otras me han emocionado, pero todas han captado mi atención. El primer relato se titula ‘Mi tía Silvina’, que es una mujer que hablaba sola y hablaba también con los espejos. Nos cuentas que toda su familia y todos los que la conocían la tomaban por loca, pero una sobrina suya piensa que no lo está. ¿Cómo nació este relato? ¿Qué o quién te lo inspiró?
M.R.: Los espejos siempre me han fascinado. Conozco a personas que tienen muy mala relación con ellos, les dan miedo. A mí no. A mí me inspiran, me desatan la imaginación. Desde que supe del espejo mágico de la madrastra de Blancanieves, me han hechizado los espejos y siempre pienso que son el principio de algún camino, de alguna historia escondida de la que nunca sabremos el final.
En Mi tía Silvina los usé también para homenajear a amigos argentinos, para hablar de los secretos de las familias (aunque sean secretos a voces), para visibilizar de alguna manera a aquellas personas que se salen de la norma. ¿Quién no conoce a alguien al que se le tache de loco por lo que sea, porque no haga lo que se supone que está establecido?
Dejando a un lado todo lo que he explicado, Mi tía Silvina es uno de los cuentos que más me gustan de Cortocircuitos. Y no sé exactamente la razón. Algo de locura tenemos todos. Yo la primera.
J.M.: El segundo relato se titula “A veces”, que comienza diciendo: ‘A veces la recuerdo. A veces’. Nos hablas de la historia de una mujer que se llamaba Sunstra, que significa en tailandés, mujer de hermosos ojos. ¿Cómo fue que nació esta historia de una mujer tailandesa?
M.R.: Siempre me han gustado los países orientales, su cultura, sus costumbres… Yo nunca he ido a Tailandia, pero mi hija va con frecuencia a ese país por su trabajo. Y siempre me cuenta detalles muy interesantes, fuera de los tópicos que tenemos de tantas cosas. Así que pensé en escribir una historia que tuviera a una mujer tailandesa entre sus protagonistas.
Con Sunstra he viajado a Tailandia sin moverme de casa, gracias a Azahara, mi hija.
J.M.: En el relato “Algo no me cuadraba”, nos hablas del intercambio de casas. ¿Es tu pasión por viajar de dónde nació este relato o de dónde te vino la idea? Doy fe de que es un relato impactante.
M.R.: Este relato lo imaginé cuando una amiga me contó que había entrado en una plataforma de intercambio de casas para poder viajar. Ella cedía su casa a gente que no conocía y ella, a su vez, ocupaba la suya. Así viajaba por el mundo sin necesidad de gastar en alojamiento.
Al principio me pareció una buena idea, seguramente lo sea, no lo discuto; pero según le daba vueltas, menos me gustaba. Y así se me ocurrió esta historia. Va de intrusos.
Me gusta viajar, cómo no. Y me gusta recibir en mi casa a los amigos y a la familia. Pero me costaría mucho dejarla en manos extrañas.
J.M.: En el relato “Has llegado tarde” se une la figura del abuelo con la historia sobre el televisor que el nieto le ha comprado. Es una historia que, desde luego, no te deja indiferente. ¿Quién te inspiró esta historia?
M.R.: Me la inspiraron varias cosas.
Primero, observar cómo cuando se hace una gran obra de infraestructuras, de autovías por ejemplo, hay casas de campo que se quedan aisladas o metidas en entramados imposibles. De vivir en la paz del campo, se convierten en lugares infrahumanos, perdiendo todo lo bueno que tenían.
Segundo, la soledad, sobre todo de algunos de nuestros mayores.
Y tercero, el dominio de la televisión sobre las mentes de las personas.
Toda esa mezcla de cosas me llevaron a escribir Has llegado tarde.
J.M.: “Tenemos que hablar” trata de una niña llamada Alba, que deja de hablar, pero su psiquiatra no consigue que avance. Es un relato cuyo final no te esperas. Tus relatos están siempre muy bien construidos, porque las palabras te van acompañando y te van adentrando hasta llegar a un final inesperado. ¿Te formaste en algún sitio para aprender a escribir relatos y luego con la práctica fuiste mejorando o es un don tuyo que nació y se desarrolló a medida que fuiste escribiendo?
M.R.: Me he formado y sigo formándome en el arte de escribir, claro. Como en todo lo que he hecho hasta ahora. No sé si es algo bueno o no, pero siempre he tenido muy claro que en la vida, en el trabajo, en todo lo que nos interese hay que estar en continua evolución, en continuo aprendizaje. Y siempre que he comenzado algo he intentado hacerlo lo mejor posible.
Y en la escritura pienso que es fundamental formarse, leer mucho, aprender de otros que escriben, sumergirse en los grandes maestros y maestras de la literatura…
Por eso empecé en un taller de escritura y por eso sigo año tras año. Y no pienso dejarlo mientras resistamos los que estamos en él, empezando por mi maravilloso profesor y continuando por el puñado de compañeras (y de un compañero). Con ellos sigo motivándome porque cada reunión es como un oasis en el desierto, un aprendizaje continuo, un descubrir autores y autoras maravillosas de los que seguir bebiendo para que lo que escribo sea digno de ser leído.
Y no creo que tenga un don. Ya quisiera yo. Sí tengo mucha constancia y sí le pongo mucho esfuerzo a lo que escribo. Y siempre estoy con alguna historia en la cabeza. Cualquier detalle que observe, cualquier situación, cualquier recuerdo pueden provocar que las piezas que tengo en mi cabeza se empiecen a recolocar, como si fuesen un puzle. Y entonces empiezo a trabajar en mis historias.
J.M. : Si tuvieras que elegir solo dos relatos de tu libro, ¿cuáles elegirías y cuál es la razón de tu elección?
M.R. ¡Uf!, pregunta difícil.
La verdad es que me cuesta.
Pero haciendo un gran esfuerzo, te contesto.
Si tuviese que elegir dos, elegiría Plumas y El mundo está lleno de quisquillosos.
El primero porque las plumas estilográficas me han gustado desde niña y sigo escribiendo con ellas. Me encantan. Y es verdad que las colecciono.
El segundo porque quería terminar el libro con algo de humor. Y creo que este relato reflexiona sobre la muerte, pero de una manera simpática, con una sonrisa. Yo soy una persona risueña y no podría vivir sin la risa.
J.M.: ¿Tienes algún proyecto que hayas comenzado y del que nos puedas hablar?
M.R.: Claro que sí. Sigo con mis relatos y ya tengo otro proyecto en las manos. En este quiero mezclar relatos del tipo de Cortocircuitos con relatos con algo de humor o relatos más luminosos, por llamarlos de alguna manera. Ya veremos lo que sale finalmente. Pero aún está muy reciente Cortocircuitos y necesito algo de tiempo para activar el próximo libro.
J.M.: ¿Te has planteado el escribir novela, aunque sea corta, o te sientes más cómoda con los relatos? Lo digo porque yo creo que se te daría bien.
M.R.: Sí me lo he planteado y tengo desde hace tiempo algunas ideas, de momento me siento muy cómoda con los relatos. Pero ya me ronda en la cabeza el runrún de empezar a escribirla.
Y muchas gracias por tu comentario. Igual me sirve de impulso y de motivación para lanzarme con la novela.
J.M.: Por último, para no desvelar demasiado de tu libro, me paro aquí, aunque se pueden decir multitud de cosas al respecto porque son muy interesantes. Pero antes de finalizar la entrevista, ¿nos quieres contar algo que consideres importante para ti y que yo no te he preguntado?
M.R.: Importante para mí ha sido tu amabilidad por interesarte por mis relatos, por hacerme esta entrevista tan profunda que me ha hecho reflexionar sobre mi escritura y sobre Cortocircuitos. Y con la que he disfrutado mucho.
Seguro que alguna vez los astros se confabulan y puedo tener el privilegio de conocerte en persona.
Y que Cortocircuitos llegue al corazón de muchos lectores y las lectoras.
Juana María Fernández Llobera
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