Discurso de amor
Fuisteis hijas y madres,
más tarde abuelas y bisabuelas.
Fuimos hijas y madres,
después abuelas.
Y el amor
se precipitó hacia abajo
como un río
que no sabe de obstáculos.
Y saltó por encima de las piedras,
arrastró los días
y superó riscos,
vacíos,
abismos.
Consintió en las riberas
la danza de las algas.
Descubrió corales en los líquenes espesos.
Se lanzó con determinación
de muerte
hacia las oscuras aguas
del mar.
El camino largo serena el paisaje.
Consiente la huella,
el diálogo,
la fusión.
Al alcanzar el mar, allá abajo,
arroja los restos
de tempestades viejas.
Cicatrices,
asperezas,
contusiones,
arenisca quemada del desierto.
Declina en las oscuras aguas
el mapa de accidentes,
heridas de condenas,
drenajes de perdones,
geografía palpitante del amor.
Ana Iranzo Albelda
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