Segunda nota sobre el Capitán Bayo que nos acerca Miquel Palou-Bosch.
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CAPITÁN BAYO - EL REVOLUCIONARIO
EL CAPITAN BAYO (II): El revolucionario
FUENTES: DIARIO DE MALLORCA; 24/10/2010; M. ELENA VALLÉS
La cuestión histórica, no obstante, que llamará más la atención de este personaje, anclado en la historia de Mallorca, Cataluña y Cuba, se centrará en su posición ante el golpe de Estado de 1936 en España. Ya, antes del Golpe, Bayo había pedido su ingreso en la UMRA (Unión Militar de Republicanos Antifascistas); lo cual, nos da a pensar que no sólo había un fenómeno izquierdista español, sino que éste estaba también presionado por otro fenómeno que, a pesar de no tener el poder, era evidente su existencia en el país. Existían, entonces, dos campos violentos enfrentados, el miliciano que recordaba el pasado y el falangista que quería un nuevo futuro alejado de la democracia. Entre ambos se intentaría establecer un gobierno moderno y progresista; pero no fue posible: nadie pudo controlar a las masas. Durante el mes de agosto de 1936 (el 17 de julio se había producido el Golpe) Bayo estaba destinado en la base aérea del Prat del Llobregat (la República ya le había repuesto en su cargo de capitán del Aire).
Entonces se le ordenó, no por el gobierno estatal sino por la Generalitat catalana, que recuperara las islas de Ibiza, Formentera y de Mallorca. El militar
estaba muy de acuerdo en que estas islas eran esenciales para la República, pues, si no, podrían convertirse en plataforma para los fascistas, que ya dominaban el Mediterráneo, sirviéndoles de trampolín para lanzarse a todos los puntos del país, en especial al Levante. En este sentido, la experta Manuela Aroca manifiesta que “la Italia de Mussolini controlaba el Mediterráneo y acabó convirtiendo la Isla en su portaviones” (Diario de Mallorca, 24/10/2019), dando así la razón al Capitán.
Pero si bien fue relativamente fácil hacerse con las Islas menores, Mallorca tuvo unos resultados nefastos. Bayo no quería retirarse, pero así se lo dictaminó el alto mando. El militar, en su obra, así lo afirma: “el mayor error de la Guerra [Civil] fue la retirada de Mallorca”.
El desembarco de madrugada en el puerto de Manacor es comentada por Bayo de la siguiente manera: “Me sorprendieron las luces del nuevo día sin haber podido cerrar los ojos y estábamos ya cerca de las costas de la Punta Amer. La incursión se efectuó normalmente y con pocos tiros. A la hora y media de haber tomado tierra, empezaron los primeros tiroteos serios […]. De pronto, por la izquierda de nuestra zona ocupada, un nutrido tiroteo de artillería, de ametralladora, de morteros y cien mil otros aparatos infernales batían a mis fuerzas de un modo terrible […]. Nuestros caminos y nuestras playas se llenaron de muertos y de heridos. A pocas horas, el espectáculo era inenarrable, deprimente, dantesco”. Merece atención esta interpretación del militar, que habiendo vivido escenas tan duras en sus batallas (África, ahora Mallorca, más tarde Cuba) mantenía una sensibilidad hacia el sufrimiento humano y la miseria que implicaba la guerra. Suele ser frecuento que, una guerra o una experiencia en batalla, acaba con la capacidad humana por lo anímico, y uno puede convertirse en alguien lleno de rabia, rencor y violencia para el resto de sus días, cosa que se ha dado mucho; y ejemplos lo hemos tenido en el ejército norteamericano en Vietnam, hace poco en Irak o los españoles que intervinieron en la División Azul en Alemania. Algunos de estos últimos que reengancharon en los cuerpos de seguridad (ejército, guardia civil o policías) modificaron su comportamiento ante compañeros, subordinados e incluso familiares, descargando sobre ellos la gran angustia que les había quedado de sus vivencias violentas y sangrientas en las guerras. El trastorno, pues, resulta casi inevitable en muchos casos.
La delicadeza con la que Bayo cuenta su experiencia es realmente especial. Otros comentarios que aparecen en las memorias nos llaman mucho la atención.
Menciona el autor: “En la guerra hay mucho ruido y pocas nueces” (mucha estridencia, pero poca organización y participación del mando). Esta frase la decía el capitán a sus soldados, pues no comprendían la situación en que se encontraban; en realidad, habían caído en una emboscada, en una trampa; y el mando no sabía cómo reaccionar, olvidando tomar decisiones que apoyaran a la infantería.
La doctora Aroca comenta que “fueron los bombardeos de la Aviación Nacional los que impidieron que los republicanos avanzaran”. El capitán, según cuenta, “tumbado en la tierra pelada y con una piedra grande de almohada” pensaba en aquel próximo fracaso, lo oía, lo sentía y se preguntaba cómo habían llegado a aquella desafortunada situación: “Te han asegurado que te enviarán ayuda y armamentos, si llegabas a cumplir con tu gente lo que prometiste, o sea, desembarcar en esta isla fascista; pero dime soñador ingenuo y optimista: ¿recibirás los refuerzos prometidos?, ¿te mandaran el material que necesitas para proseguir tu conquista, o te dejarán abandonado en estas solitarias costas por tener los políticos otras luchas intensas e internas de partido que les preocupan más que el avance de tus fuerzas, en estas tierras para ellos lejanas y no necesarias?”.
La prologuista de esta tercera edición de las memorias (“Mi desembarco en Mallorca”), señala que “Bayo culpó directamente del abandono de la Isla a Indalecio Prieto, el ministro de Guerra en Madrid. Prieto creía que se estaba invirtiendo demasiado en la operación mallorquina en relación con las necesidades que empezaban a acuciar al resto del territorio [español]”. Por otra parte, observa la cronista del Diario de Mallorca, la profesora “añade que también se han valorado las posibilidades de conflicto entre la Generalitat y el ministerio de la Guerra, pues éste quería recuperar el control absoluto del mando militar en el mando republicano”.
Aunque, M.Elena Vallés, añade que la experta Aroca piensa que el militar “en algunas ocasiones [en su obra] ofrece una visión tergiversada de la historia para ensalzar su heroísmo”. Lo que sí parece cierto es que la Isla nacional (o fascista) “fue uno de los territorios con mayor represión franquista”, incide Vallés, cosa que Bayo ya advirtió. Aroca refuerza este hecho con la presencia del conde Rossi en la Isla. Si ésta hubiera sido republicana, lo más seguro es que Rossi no hubiese tenido oportunidad de producir la violencia que se vivió. Por otra parte, siguiendo a la cronista, “el centenar de imágenes inéditas que ilustran el volumen [de esta tercera edición de las memorias] sirven de ejemplo” de los abusos fascistas: “en dos instantáneas, tomadas en Porto Cristo (rebautizado como Porto Rojo), se distinguen 200 milicianos y un grupo de 3 enfermeras de la Cruz Roja que fueron brutalmente violadas y asesinadas por los vencedores, un precedente de las 13 rosas [13 mujeres fusiladas en Madrid el 5-8-1939 por pertenecer a las juventudes socialistas]”.
Sobre la ideología del capitán, la doctora Aroca piensa “que no fue comunista hasta que no ayudó a los cubanos”. “Sí era progresista y anticatólico”, dice Vallés. Este hecho, Aroca, lo relaciona con la educación que el militar tuvo en USA. Bien, no voy a discutir a una experta, pues confío en que tenga sus pruebas; pero, en fin, pienso que, en EE. UU., o creen en el dinero o creen en él y también en algún tipo de religión; aunque no puedo, naturalmente, retrotraerme a los años 30 del siglo pasado. Pero, no obstante, me parece una observación arriesgada la de la profesora.
Otras informaciones (ver documental de IB3: https://dede.facebook.com/fotosantiguasdemallorca/video s/1664192530290134/, indican que Bayo erró en sus cálculos y planificación y entró en zonas peligrosas, como por ejemplo el denominado “Riuet” de Porto Cristo. Allí se encontró rápidamente en una emboscada. Además, un barco italiano amarraría en la Isla con aviones que inmediatamente volaron hacia la costa donde estaban los milicianos, bombardeando sin tregua. También se habla de la desorganización por la constante y acentuada indisciplina de los subordinados del capitán: no profesionales de la milicia y de carácter libertario; en definitiva, se trataba la mayoría de sindicalistas de tendencia anarquista que, por definición, eran poco amigos de los militares. Y, en este sentido, hay que matizar que Bayo, como auténtico militar, exigía que se respetaran sus órdenes sin entrar a discutirlas. Por tanto, es de suponer, enfrentamientos entre el capitán y sus tropas, o al menos sus oficiales, sí se producirían.
Asimismo, la matanza de más de 400 hombres desanimó mucho al contingente republicano. Algunos querían volver a Barcelona y abandonar la lucha. En cuanto a la historia de Bayo, después de la infortunada experiencia en Mallorca, se sabe que le encargaron misiones de poca importancia. Fue enviado a Londres y a París. Se habla algo de funciones de espionaje. Se dice que desertó en este servicio. Se comenta que en Inglaterra o en Paris habría realizado operaciones ilegales con armas. “En uno de los últimos bombardeos franquistas sobre la capital catalana, en el que sufrió heridas en el ojo enfermo que había ocultado hasta entonces”, nos dice Vallés, parece acaba la historia de Bayo en España.
Entre el caos existente al finalizar la guerra, logra llegar a París, donde le tratan la vista. Más tarde, consigue saber del paradero de su mujer y su hijo. Obtiene pasaporte cubano y en la nave, llamada Flandes, van hacia América. Allí tuvo éxito como preparador y formador de militares, así como asesor político. Asimismo, Bayo llegaba a Cuba, aparte de su capacidad y experiencia, con las acreditaciones de 2º jefe del Estado Mayor del V Cuerpo del Ejército para la Batalla de Brunete. Y con la graduación de teniente coronel (entiendo de infantería, manteniendo el grado de capitán de aviación). En Cuba fue respetado. Tuvo una exitosa amistad con Fidel Castro y con Che Guevara (Alpert, 2013). En Cuba consiguió el grado de General. El 4 de agosto de 1967 finalizaba su larga aventura. Le encantaba el cálculo de la estrategia, el diseño y la planificación; por eso consiguió tanto en la docencia y en el asesoramiento.
Texto: Miquel Palou-Bosch Centro Hipatia
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