SECCIÓN LITERARIA –VIAHIPATIA.ES
TEXTO: M. PALOU-BOSCH
IMAGEN: Nomellini, Plinio, RETRATO DE GRAZIA DELEDDA, 1914. Fundación Wikimedia, 2019, San Francisco, California.
EL INEVITABLE DESTINO
El matrimonio entre Francesca Cambosu y Giovanni Antonio Deledda, la primera muy religiosa y el segundo, aunque empresario y terrateniente menor, muy interesado en la poesía, formó una familia con siete descendientes. Grazia era la quinta de los siete hermanos. En la localidad de Nuovo (Cerdeña), tierras con restos neolíticos (III y IV milenios a.d.n.e.), nacería Grazia Maria Deledda el 27 de septiembre de 1871. Tanto la rigidez moral de la madre como la afición literaria de su padre, influirán claramente en la formación de su carácter, como suele ocurrir, por otra parte, con la mayoría de las criaturas humanas, sólo que ella sin rubor lo manifiesta a través de sus letras.
Grazia, una vez terminados sus estudios primarios, no puede acceder a más formación reglada. Por tanto, los estudios superiores no son posibles. Para las féminas de aquel tiempo, las tradiciones sociales resultaban así de rígidas. La formación posterior, si era el caso, se refería a la gastronomía, a la costura (corte y confección), estética personal (maquillaje, peluquería, vestuario…) o algo de música; capacidades para tratar con la gente de alcurnia o autoridades (ademanes, maneras, grado y tono de la voz…); conocimiento de los estilos decorativos (muebles, ornatos, etc.); y, tal vez, perfeccionamiento de la escritura. Y eso sólo en los casos de la pequeña burguesía, pues las mujeres pobres pronto debían acudir a las fábricas, al campo o a cuidar de sus hermanos pequeños o de su prole.
No obstante, la joven, no sabemos si a iniciativa suya o por la sensibilidad de su padre, pudo tener un profesor particular que la enseñaría y animaría en su carrera literaria posterior. Sí, se sabe, que Giovanni, su padre, la animó a escribir. De esta manera, muy joven, a los 15 años, publica un relato. Dos años más tarde, la revista ÚLTIMA MODA (L’ULTIMA MODA) le edita su primer ensayo: SANGUE SARDO. En 1890 la misma revista le publicará EN EL AZUL. Ya en 1892 (21 años), presenta FIOR DE SARDEGNA. Asimismo, va colaborando con las revistas LA SARDEGNA, PICCOLA RIVISTA y NUOVA ANTOLOGIA. En 1895 surgen RELATOS SARDOS y ALMAS HONESTAS.
Según algunas fuentes, firma sus primeras obras con el seudónimo de Ilia di Saint-Ismael, algo que fue normal antes de mediados del siglo XX en algunos países del sur de Europa, ya que no merecía mucho respeto, sino ninguno, que una mujer se tomara la licencia de entrar en el mundo de las letras o de las ciencias: George Sand, por Aurore Dupin (1804-1876), por ejemplo; Margueritte Yourcenar, por Marguerite Crayencour (1903-1987), etc. Existe la anécdota de la que fuera la primera mujer de Einstein. Ambos se conocieron en la escuela superior de ingeniería (Instituto politécnico de Zúrich). Al principio del curso, Mileva Maric vestía como un hombre. Se había cortado los cabellos y reforzaba su voz para que no identificaran su sexo. Tuvo que luchar (y Albert la arropó) para que respetaran su feminidad. Al final resultó ser una brillante estudiante. Pero queda constancia de que sintió al principio vergüenza de ser la única mujer en aquellas aulas, espacios reservados a los hombres.
En 1896 surge PASAJES SARDOS. La obra tuvo un éxito inesperado. A partir de este trabajo, es reconocida en toda Italia la nueva literata. La crítica resulta favorable. Muchos escritores alaban su narrativa. Este libro continúa con el estilo que ya bosquejaba EN EL AZUL: una mezcla de prosa y poesía (o prosa poética, si se quiere).
Se casará el once de enero de 1900 con el alto funcionario italiano Palmiro Madesani. Lo había conocido poco antes, en octubre del año anterior. A partir de entonces, Grazia va a vivir a la península itálica. Desde allí escribe en 1903 ELIAS PORTOLU. La obra resulta llamativa, y quizás molesta para los propios sardos, pues habla de una Cerdeña decadente en aquellos primeros años del siglo XX. La autora observa la naturaleza y al pueblo sardo; nota cierto romanticismo, cierta poesía en aquella cultura, en aquellos campos, en aquella foresta, en aquellas colinas y montañas. Pero la gente aparece tosca, primaria respecto de la continental. Esta apreciación, si se me permite, es algo que he notado, en la medida que he salido de la isla de Mallorca; las islas, o al menos las mediterráneas, parecen tener desde antiguo una cierta particularidad que las diferencia o las separa (las aísla, valga el vocablo) de la evolución del continente. Quizás ahora haya cambiado, por la comunicación entre los pueblos, el transporte y el turismo; pero en aquel principio de siglo XX eran tierras pobres y tristes, eran tiempos que, además, las guerras no favorecieron. Los grandes movimientos sociales y artísticos que surgían y se extendían por Europa eran obviados en las islas.
La moral, las supersticiones, la vida y conducta de los personajes de ELIAS PORTOLU se asemejará algo a UN INVIERNO EN MALLORCA de George Sand, pues esta autora también critica la cultura mallorquina, alejada de los cambios y novedades del mundo.
Parece que, como episteme de la obra de Grazia, podríamos conjugar el dolor, la muerte, el pecado y la culpa como elementos que entorpecen la generación del amor sosegado y tranquilo necesario para cualquier individuo. En su mensaje se nota la idea constante de una desgracia casi insalvable: un inevitable destino. Los críticos han hablado de influencias veristas (verismo), del decadentismo y también de alguna referencia a León Tolstoi. Parece que la autora está interesada en la relación entre el ser humano y la geografía, la calidad y cantidad del entorno natural que le rodea o envuelve. La emoción y los colores y formas de la natura se armonizan en el humano sensible, en las personas que intentan trascender, de alguna forma, lo que no entienden: buscar en los espíritus del “oikos” primitivo la esperanza o las fuerzas suficientes para atender las incertidumbres y tribulaciones de su presente.
Grazia fue premiada con el Nobel de Literatura de 1926. Le fue otorgado al año siguiente, pues en 1926 había quedado desierto. Llegaría a escribir unas 25 obras, que sepamos. La autora fallecía en Roma el 15 de agosto de 1936, acababa de empezar la Guerra Civil española, y la Segunda Guerra Mundial estaba ya gestándose. Póstumamente, se editaron sus últimas obras: COSIMA (1937) y EL CEDRO DE LÍBANO (1939).
Dígase, de paso, que tampoco su nombre (ni su seudónimo) se ha encontrado en HISTORIA DE LA LITERATURA UNIVERSAL (J.Ferrer y S.Cañuelo, Editorial Optima, Barcelona, 2002).
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