GABRIELA MISTRAL
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GABRIELA MISTRAL

Defensora de su tierra con sus poemas

Juana Ma. Fdez. Llobera | 1 sep 2024


VIAHIPATIA –Centro Intercultural HIPATIA

(viahipatia.es)

Sección Literaria

Texto: Juana Mª Fdez. Llobera

Imagen: Foto de Vicuña, vista desde sus cerros.

GABRIELA MISTRAL, DEFENSORA DE SU TIERRA CON SUS POEMAS

Como complemento al artículo de mi compañero Miquel Palou-Bosch, referente a la poeta chilena Gabriela Mistral, que fue galardonada en 1945 con el Premio Nobel de Literatura, me permito hablar de un poema que me parece brillante y que pienso que nos acercará a las intenciones de la gran poeta. Me refiero al poema “Canción Quechua”, publicado en el año 1924, en su segundo libro, “Ternura”. He estado investigando sobre los términos utilizados del idioma quechua, hallando una explicación en la página “museosanfrancisco.com”, que me ha facilitado el poder hablar con mayor facilidad de lo que contiene dicho poema y poder investigar más sobre ello. Mujer cuyo americanismo viene de la experiencia directa en las realidades de la explotación de los débiles, que ella fue conociendo a través de su vida nómada. Como maestra rural conoció a fondo la miseria de los campos chilenos y, en su etapa como miembro del cuerpo consular chileno, pudo ver con perspectiva la cruda realidad del continente, su analfabetismo abundante, el racismo, las constantes injusticias y cómo no, el intervencionismo económico.

QUECHUA

Donde fue Tahuantinsuyo (1),

nacían los indios.

Llegábamos a la puna (2)

con danzas, con himnos.

Silbaban quenas (3), ardían

dos mil fuegos vivos.

Cantaban Coyas de oro

y Amautas benditos.

Bajaste ciego de soles,

volando dormido,

para hallar viudos los aires

de llama y de indio.

Y donde eran maizales

ver subir el trigo

y en lugar de las vicuñas (4)

topar los novillos

¡Regresa a tu Pachacamac,

En-Vano-Venido,

Indio loco, Indio [sic] que nace,

pájaro perdido!

Gabriela Mistral

(1) Tahuantinsuyo: antigua región del imperio Inca.

(2) Puna: meseta de la alta montaña andina.

(3) Quena: tipo de flauta andina.

(4) Vicuña: en realidad, “lama vicugna” (del quechua, wik'uña) de la familia camélida.

 

En primer lugar, hay que hablar sobre el idioma “quechua”, para poder entender el poema. Que era el idioma utilizado en las regiones andinas centrales de Sudamérica, previa llegada de los conquistadores españoles, y lengua oficial de diversas etnias que se encontraban bajo la subordinación del imperio inca.

Realmente las lenguas quechuas son una familia lingüística originaria americana cuya distribución se extiende por la zona occidental de América del Sur a través de varios países, especialmente en la cordillera de los Andes.

En este poema, Gabriela Mistral, utiliza vocabulario del idioma quechua. Por ejemplo, utiliza la palabra “puna”, que es un término utilizado para hablar de la tierra elevada que se encuentra próxima a la cordillera de los Andes.

Nos habla de los indígenas y el naturalismo, como temática principal del poema. Siendo la actitud lírica predominante, la enunciativa. El motivo lírico de este poema es la pérdida de su gente, de la cultura Inca.

Otro término del idioma “quechua” es “Tahuantinsuyo”, que designa el territorio ocupado por el imperio Inca. Es sinónimo de imperio incaico. Significa “la tierra de las cuatro regiones”, porque eran cuatro las regiones en que estaba dividido dicho imperio (Antisuyo, Chinchaysuyo, Contisuyo y Collasuyo). La primera, al este, en la selva, frontera con Brasil. La segunda, hacia el oeste, en donde hallamos Perú. La tercera, al norte, cerca de la frontera con Ecuador y la cuarta, Collasuyo, en dirección al sur, donde encontramos a Chile. Esta última parte, que proviene de “qulla suyu”, es decir ‘región de los collas’, fue la mayor y más austral del imperio Inca. Se extendía al sur de Cuzco (Perú), desde los Andes y el altiplano de Bolivia, hasta la ribera norte del río Maule (Chile), y desde las costas del Pacífico hasta los llanos del noroeste occidental de Argentina.

Las “quenas” provienen de la palabra de origen quechua “kkhéna”, que es traducida como “flauta”. En verdad, es un instrumento de viento de bisel, parecido a la flauta. Es uno de los instrumentos más antiguos del continente americano, muy utilizado en Perú. Es originario de la región andina. Está hecha de caña, madera, barro o hueso. Tiene siete orificios, de los cuales seis están al frente y uno en la parte de atrás que se cubre con el pulgar.

Los “coyas”, fue un pueblo originario que habitó la región de la Puna de Atacama y algunos valles altos en Argentina y Chile. Hasta 1900 la Puna de Atacama fue boliviana, luego pasó a ser territorio argentino.

Los “Amautas”, en lengua quechua y aymara, son los filósofos. Personas ancianas y experimentadas que se ocupaban de la educación, la moral y trabajos de gobierno de las comunidades. El término “amawt’a”, proveniente del quechua, significa ‘maestro’, ‘sabio’. En Bolivia los términos “amauta” y “yatiris” se utilizan para designar a personas con capacidad de aconsejar y leer la suerte.

El término quechua “Pachacamac”, designa al santuario más importante de la costa central del Perú.

Los dos atributos más importantes de las “textualidades” quechuas son el canto y el baile, recursos cinéticos y melódicos que le dan al canto quechua su sentido social y ritual (“Artículo de Paula Miranda denominado ‘Culturas indígenas en la poesía de Gabriela Mistral’).

El poema es una reflexión poética sobre la grandeza que tuvo el imperio Inca y la caída de esta civilización precolombina, víctima de la gran violencia racial que implicó el proceso de conquista y colonización, destacando elementos culturales como los himnos, las danzas y dando importancia a los Amautas, que eran los sabios dentro de dicho imperio. Nos adentra en un ritual que conmemora tiempo y espacios sagrados que junta e iguala a Amautas y los “coyas”, hablándonos de la renovación del tiempo solar. Después de la subida en que nos sumerge para dejar patente la importancia del imperio Inca, llega la bajada que se aprecia en las imágenes de la conquista: Bajaste ciego de soles/volando dormido/para hallar viudos los aires/ de llanura y de indio.

Quisiera hablar de que me parece injusta la ausencia de Gabriela Mistral en la Antología de poesía nueva, datada de 1935, que incluye a poetas como: Vicente Huidrobo, Ángel Cruchaga Santamaría, Pablo de Rocha, Rosamel del Valle, Pablo Neruda, Juvencio Valle, Humberto Díaz Casanueva, Omar Cáceres y los organizadores de dicha antología, Volodia Teitelboim y Eduardo Anguita. En primer lugar, porque su obra poética ha tenido más transcendencia que la de otros poetas integrados en la misma. En segundo lugar, porque la causa de su exclusión la fomentó Volodia, que la consideraba, aunque valoraba sus versos, anticuada. Lo que me parece raro, es que Pablo Neruda no la defendiera. Recordemos que, no sólo fue objeto de la atención de ella cuando apareció en el Liceo de Temuco, siendo un escolar adolescente, proporcionándole buenas lecturas, sino que tiempo después, fue su protegido, siendo diplomática en Italia, en tiempos difíciles para él. No me parece justo, entre otras cosas, porque ella abrió un camino que no había sido explorado, con lo cual es novedoso, por mucho que Volodia tuviera una impresión distinta de ese hecho. No porque se utilice un léxico de un idioma en desuso, para intentar salvar el patrimonio histórico, o uses términos que se han utilizado durante siglos pero que expresan adecuadamente los hechos o sentimientos, tienes que ser tachada de arcaísta y dejarte de lado. Recordemos que se apartó del Modernismo exotista y formó el “mundonovismo” telúrico, que incluía la solidaridad con los desposeídos. Por suerte, aunque no se hable a menudo de ella, como sí se hace, por ejemplo, de Pablo Neruda, al que yo también respeto y admiro, fue galardonada por toda su obra con el máximo galardón, que es el Premio Nobel.

La poeta chilena Gabriela Mistral, desarrolló una amplia actividad ensayística en formatos distintos: cartas, artículos, retratos de personajes como Waldo Frank, Tolstói, etc., prosas fragmentarias insertas también a modo de guías para la explicación de su propia obra poética y crónicas de viaje.

Juana M. Fernández Llobera

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