GENERAL LACY, FUSILADO EN 1817
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GENERAL LACY, FUSILADO EN 1817

El fusilamiento del General Lacy en el Castillo de Bellver de Palma

Miquel Palou-Bosch | 7 nov 2022


El Espía Social

Autor: Miquel Palou-Bosch

GENERAL LACY. FUSILADO EN 1817

 

   El General Lacy nació en Cádiz en 1772. Luis Lacy Gautier empezó su carrera militar muy joven. A sus 13 años, junto con sus tíos maternos Juan y Francisco Gautier, se enrola en el Regimiento Borgoña. A los 14 años es nombrado subteniente de infantería. Y a los 22 ya es capitán. Dicen las crónicas que, por cuestiones de “líos de faldas”, fue desterrado a la isla de Hierro entre 1794 y 1795.

   En 1803 se alistó en el ejército francés para luchar contra Alemania. Pero, naturalmente, en 1808, cuando se conoce la invasión de Napoleón en tierra española, con la excusa de aquél de pasar únicamente para tener acceso a Portugal, y con el motín de Aranjuez (19.03.1808) que produjo la abdicación de Carlos IV a favor de su hijo Fernando VII, Lacy desertará del ejército francés el 2 de mayo de aquel año y volverá a España, para luchar, precisamente, contra los franceses.

   En 1810, a sus 38 años, ya es Mariscal de Campo. Un año después es nombrado capitán general de Catalunya. En 1813 lo será de Galicia. En este mismo año entra en la logia masónica a favor de la constitución de 1812. A partir de aquí, Lacy empieza su declive profesional, pues cuando el 4 de mayo de 1814 el Rey Fernando VII, duque de Anjou (de la Casa Borbón) deroga la constitución de Cádiz, el General Lacy empieza su campaña a favor de los liberales y en contra del rey.

   En 1817 se produjo el Golpe de Estado en Catalunya. Lacy apoya el Golpe. Cuando éste fracasa, son detenidos los golpistas. Lacy es encarcelado en el castillo de Bellver de Palma de Mallorca. Se le realiza un consejo de guerra del cual es considerado culpable y condenado a muerte.

   Es cierto, quizás, que un golpe de Estado puede ser legal para quienes lo ganan, pero ilegal para los que lo pierden. El fallo del general Castaños, no obstante, consideraba lo siguiente:

    “No resulta del proceso que el teniente general don Luis Lacy sea el que formó la conspiración que ha producido esta causa, ni que pueda considerársele como cabeza de ella; pero hallándole con indicios vehementes de haber tenido parte en la conspiración y sido sabedor de ella, sin haber practicado diligencia alguna para dar aviso a la autoridad más inmediata que pudiera contribuir a su remedio, considero comprendido al teniente general don Luis Lacy en los artículos 26 y 42, título 10, tratado 8º de las Reales Ordenanzas; pero considerando sus distinguidos y bien notorios servicios, particularmente en este Principado, y con este mismo ejército que formó, y siguiendo los paternales impulsos de nuestro benigno soberano, es mi voto que el teniente general don Luis Lacy sufra la pena de ser pasado por las armas; dejando al arbitrio el que la ejecución sea pública o privadamente, según las ocurrencias que pudieran sobrevenir y hacer recelar que se alterase la pública normalidad.”

 

   Se ha dicho que Lacy se preocupaba por las viudas de sus soldados y les indemnizaba y pensionaba, cuestión ésta que hizo que, antes de morir, prácticamente no tuviera más que deudas.

   La condena, por tanto, fue controvertida, porque ante unos hechos no probados, pero intuidos, se encontraba una persona que había luchado a favor de su patria, había estado siempre con sus hombres y sus familias, había sido, en definitiva, un hombre del país, un hombre del pueblo.

   Es cierto que los mandos, incluso el general juez que le condenó, esperaban un indulto, confiaban en que no se produciría el fusilamiento. Pero nada se dijo, ninguna orden llegó a Bellver; y Lacy fue fusilado al amanecer del día 5 de julio. Él mismo dio la orden a los soldados. Lacy aún era joven, tenía sólo 45 años.

Imagen: fusilamiento de Lacy en el Castillo de Bellver de Palma, Mallorca. 

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