HISTORIA DEL TRABAJO
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HISTORIA DEL TRABAJO

Artículo de Miquel Palou-Bosch

Miquel Palou-Bosch | 31 may 2024


EL ESPÍA SOCIAL

Fuentes:

-ULTIMA HORA (UH), 22-5-2024, Palma de Mallorca, “Los zapateros del Arrabal del Temple”, Miquel Ferrà i Martorell.

-REPERTORIO DE OFICIOS ARTESANOS, Conselleria Comerç i Industria, Govern I. Balears, PM (https://seuelectronica.cime.es/documents/docs/artesania)

-MONESTIRS.CAT, mayo 2017, febrero 2023 (consuta: mayo 2024) (https://www.monestirs.cat/monst/annex/espa/balear/ctemplepal.htm)

Imagen: EL ZAPATERO, mayo 2024, MPB

 

HISTORIA DEL TRABAJO

Miquel Ferrà i Martorell, en su sección “Tal día como hoy… [22 de mayo 1514]” (UH), nos recuerda cómo era el barrio del Temple de la ciudad antigua de Palma, aquel viejo barrio donde, se decía, los templarios habían guardado su tesoro desde 1230 hasta 1314. El rey Jaime I de la corona aragonesa y, ya entonces, rey de Mallorca, concedió a la orden de El Temple un palacio fortificado que defendía una de las puertas de la ciudad amurallada. Era una construcción de factura islámica del siglo anterior a la conquista de la Isla. Habían pasado casi tres siglos desde que El Conquistador (o “Conqueridor”) entregase el palacio a los templarios, por su participación en la conquista de Mallorca. Ahora, aquellos espacios se habían convertido, a través de los vientos y las lluvias, las primaveras y los estíos, en una especie de pequeño polígono artesanal. Obradores, en especial de “sabateria” (zapatería), pululaban alrededor de la fortaleza templaria. Eran épocas en que las manos y el intelecto se conjugaban, funcionaban como un compenetrado equipo, en las que el buen gusto y la delicadeza eran elementos esenciales de todo producto; eran tiempos en los que las herramientas obedecían mudas a la inteligencia del obrero.

El zapatero era aquel artesano que hacía posible que la gente no fuera andando descalzo, generalmente con clientes pudientes, pues un zapato o sandalia era un producto de alta calidad, con una técnica compleja para que las extremidades no sufrieran más al andar calzado que descalzo. Pero también había otro tipo de talleres: “cordelers” (cordeleros), “ferrers” (herreros), “bossers” (bolseros), “vidriers” (cristaleros)… Todo taller se encontraba repleto de herramientas propias para elaborar los bienes. El zapatero, por ejemplo, utilizaba martillos especiales, “puntas, el tablero de cortado, la aguja de coser o la cuchilla de alinear, los alicates […], las hormas, la cuchilla especial para ranuras, las suelas […], y tantas otras” (UH).

El REPERTORIO DE OFICIOS ARTESANOS (Govern I. Balears), define el oficio de “sabater” (zapatero) de la siguiente manera: “Se dice del Menestral que hace zapatos, sandalias, [botas, botines…], etc., de piel y cuero”. Ahora ya sólo quedan los llamados “zapateros remendones”; que arreglan, pero no fabrican. Las máquinas y robots se encargan de las grandes factorías a través del trabajo en cadera.

Y, ciertamente, algo de romanticismo se ha perdido en todo ello. El trabajo, en aquellas épocas, no dejaba de ser duro, en cuanto a la cantidad de horas invertidas, pero existía el conocimiento de toda la obra, no sólo parte de ella, lo que convertía la experiencia en cierta satisfacción por el trabajo bien hecho. Cada producto tenía su propia historia. De ahí que los talleres y los productos se denominaran “artesanos”, del latín, “ars, artis”: arte. Pues, en definitiva, arte es lo que se hacía.

M.PALOU-BOSCH

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