LA CARTA DE GEORGES SAND CONTRA LOS MALLORQUINES
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LA CARTA DE GEORGES SAND CONTRA LOS MALLORQUINES

"España es una nación odiosa; son devotos, incultos y radicales como en los tiempos de la Inquisición. No hay amistad, ni honor, ni entrega, ni sociabilidad..."

Miquel Palou-Bosch | 9 mar 2022

El 8 de marzo de 1989 se encontraba una carta de Georges Sand (Armendine-Aurore-Lucie Dupin) enviada en 1839 a su amigo el escritor François Rollinat (Mª Elena Vallés, Diario de Mallorca, 21.11.2018). Ahora, esta carta manuscrita de dos hojas, ha sido subastada por la Casa Drouot en París. Y adquirida por el Instituto Chopin de Varsovia por un precio de 23.400 euros.

 

En dicha carta, la conocida escritora, comenta sus desafortunadas y desagradables vivencias en Mallorca. Aunque también el país hispano queda en entredicho: "España es una nación odiosa; son devotos, incultos y radicales como en los tiempos de la Inquisición. No hay amistad, ni honor, ni entrega, ni sociabilidad. ¡Oh, miserables, cómo los odio y desprecio!"

 

Y añade, la autora: "Tuvimos que pasar [en Mallorca] todas las desgracias del mundo para procurarnos alimentos a causa de la mala fe insigne y el espíritu de rapiña de los indígenas, que nos hacían pagar las cosas casi diez veces por encima de su valor. Nos tenían a su merced bajo pena de morir de hambre."

 

En otro párrafo nos dice, la escritora: "El dueño de Son Vent nos echó a la calle y quiso denunciarnos para obligarnos a esterilizar la casa, [cuando se enteró de que Chopin estaba enfermo de tuberculosis]"

 

Al fin, la pareja de artistas y los dos hijos de Armendine pudieron asentarse en el monasterio de La Cartoixa de Vallodemossa. Este lugar, a pesar del frío, y de la humedad, a Geroges Sand le parecerá un lugar poético, silencioso y solitario. "nada disturbaba nuestro trabajo", dice en su carta. Que, por cierto, era mucho el trabajo de ella, pues debía cuidar al propio músico, encargarse de los niños (Maurice y Solange) y escribir.

 

A lo mejor hay que considerar un poco las visiones de la escritora, aunque no debe olvidarse que venía de una ciudad muy avanzada. París estaba muy lejos de ser Barcelona o Madrid y, por supuesto, de asemejarse a Palma; y mucho menos cuando uno se refiere al resto de las villas de Mallorca. 

 

Armendie era una intelectual que promocionaba la libertad de la mujer, y así lo plasma en sus novelas: "Indiana", 1832; "Valentina", 1832; "Lélia", 1833. Quizás podría hablarse de una de las primeras mujeres del siglo XIX, antes que Maryana Marrasch (1848-1919) o Emmeline Pankhurt (1858-1928) que empezara con el movimiento feminista.

 

Naturalmente, volviendo a su estancia en Mallorca, la escritora estaba acostumbrada a una vida de comodidades. En París disfrutaba de todos los beneficios de la gente aristocrática y burguesa (ella era precisamente de casa noble). No poder residir en viviendas con los avances domésticos parisinos era una de sus primeras quejas. la enfermedad de su compañero, el mal tiempo, el frío y la humedad, el abuso de los mallorquines, aprovechándose de los extranjeros... Tal vez parte de razón tenía, Armendine; pero, no hay que olvidar su estado anímico, no del todo adecuado para admitir las inconveniencias.

 

De todas formas, si alguien piensa que el mercader mallorquín actual, o el nativo presto a hacer negocio, es proclive a la máxima especulación antes que efectuar un pacto leal en una transacción, puede volver la vista atrás y recordar estos hechos históricos. Pues efectivamente, de una economía de trabajo, agrícola e industrial se ha pasado a una economía de servicios donde la especulación es el principio generador de todo proyecto.

 

Miles de casos encontraríamos de conflictos entre coetáneos en los archivos judiciales o en las hemerotecas de la prensa de entonces, sobre desavenencias, envidias y otras actitudes parecidas. 

 

Mallorca está entre dos polos: uno material e individualista; otro, un tanto colectivista algo más aferrado al sentido humano y social; pero, en definitiva, poco es el porcentaje que absorbe sentimiento o razonamiento solidario, de actitudes desinteresadas, de inquietudes por la colaboración y la participación en general. Veamos, sino, la poca colaboración entre los representantes políticos y entre las distintas autoridades. Sólo parece existir un solo detonante de la actividad socio-política: el destruir al contrario; no el participar y colaborar con él.

 

Miquel Palou-Bosch

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