LAS MUJERES OBRERAS DE LUISA CARNÉS
Para este artículo he escogido la obra “Tea rooms: mujeres obreras” datada de1934. Estaríamos, en realidad, ante un género que podemos calificar denovela-reportaje, o de novela-testimonio, ya que nos habla en esta tercera novela, de la vida superficial y la vida real de una sala de té. ¿Cómo nace esta novela?, podemos preguntarnos. Nace de los vaivenes en la vida de la autora, ya que, a su regreso a Madrid, comienza a trabajar como camarera en un salón de té, razón por la cual, puede describir con gran detalle cómo son dichos salones y lo que ocurre en ellos, de cara a la galería y detrás.
El personaje protagonista de esta novela se llama Matilde. A través de dicho personaje, y de sus compañeras de trabajo, Luisa Carnés nos va a narrar las condiciones de explotación que se viven en el salón de té. La autora deja muy claro que existen dos bandos, el de los oprimidos y el de los opresores. En el primero, se hallarían Matilde y sus compañeras de trabajo, mientras que, en el bando de los opresores, encontramos al dueño, don Fermín, y a la encargada, Teresa. El dueño, al que apodan “el ogro”, es un ser autoritario y muy grosero, que es adepto a la disciplina. Teresa, por su parte, es una mujer estricta y severa, que secunda los mandados del dueño, estableciendo con las demás empleadas una relación de dominación. En cuanto a los representantes del bando de los oprimidos, encontramos aparte de a Matilde, a Antonia, que es la compañera más cercana a la protagonista y la más veterana del salón. Luego encontramos a Paca, que se ha quedado atrás en el tiempo, escandalizándose por los avances de la civilización. Luego hallamos a Esperanza, que es una mujer de avanzada edad, que se encarga de la limpieza de unas oficinas en la Gran vía y que tiene, con Teresa, una relación muy tensa. Encontramos a Felisa, la benjamina del grupo, con dieciocho años. También está Trini, que es la hija de una mujer viuda, que lava los platos en un restaurante de la Puerta del Sol. En cuanto a los varones, encontramos en la novela a Paco, el cocinero.
Después hallamos a Cañete, que es el encargado de los camareros. Otro personaje que sale en la novela es Pietro Fazziello, que es el repartidor de los helados, que tiene un hijo que está en busca y captura debido a sus ideas políticas. Pietro, a su vez, está interesado en tener una relación sentimental con Matilde, pero ésta le rechaza.
Luisa Carnés tiene un evidente posicionamiento hacia el bando de los oprimidos, algo que podemos notar en que les concede más espacio, profundizando más en dichos personajes y con un talante más agradable, frente a la hostilidad que provocan la encargada y el dueño. El problema principal al que se alude en esta novela es la situación laboral de las mujeres, sobre todo su situación salarial. Se ha pasado de ser el “Ángel tradicional del hogar” a la mujer moderna, pero la sociedad no está todavía preparada para aceptar determinados cambios.
La escritora madrileña creó esta obra en su ciudad natal, entre agosto de 1932 y febrero de 1933. Por lo tanto, fue escrita durante el primer bienio de la Segunda República (1931-1933), que ha sido conocido como el bienio azañista. En dicho periodo, se inician las mejoras sociales, tanto en educación, como en cultura como en trabajo. Se debate sobre el derecho a voto de la mujer, lo que da como resultado, en primer lugar, al sufragio pasivo en 1931, llegando el sufragio universal en 1933.
La novela está compuesta por veintidós capítulos breves, con gran abundancia de diálogos, lo que la hace más dinámica y más cercana al lector. Utiliza un narrador en tercera persona y en presente. Se trata de un narrador omnisciente, que conoce todos los detalles de la historia, cómo transcurre, lo que va a pasar, incluso lo que piensan los personajes, pudiendo con esto último, profundizar en mayor medida en la parte psicológica, mostrando así al lector no solo lo que ve. El narrador, en esta novela, adopta la visión y el pensamiento de Matilde, usando el estilo indirecto libre.
Se deja ver, a lo largo de la novela, el aire de renovación vanguardista. No hay que olvidar que, en esa época, acudían algunas mujeres a estudiar a Madrid, aunque eran minoría. Se habían abierto las aulas de la universidad y las academias, hasta entonces, como todos sabemos, vetadas para las mujeres.
La acción de la Institución Libre de Enseñanza fue decisiva para que se pudiera dar ese paso. Recordemos que en 1915 se había fundado la Residencia de Señoritas.
La obra no sólo es una transposición de la experiencia de Luisa Carnés, sino que se trata de una propuesta de transformación social. Matilde, la protagonista, cree factible la modificación del lugar femenino por medio de la
educación y del trabajo intelectual. Tanto la ciudad de Madrid como el salón del té se convierten para la protagonista en escenarios que son vistos desde el conflicto y la desigualdad. El relato marca la dirección política, reclamando la
transformación social y la conciencia de clase. Por lo tanto, es una obra que adquiere importancia en términos no solo literarios, sino históricos.
Hay una historia que a mí me impactó dentro de la obra, en relación al personaje de Laurita, que es la ahijada del dueño. Es una chica que no quiere estudiar y su madre, para darle una lección, la pone a trabajar como castigo en el salón de té. Laurita se homogeneiza con las empleadas a pesar de pertenecer a una clase social distinta. Su desenlace es violento ya que, tras mantener en secreto una relación amorosa con uno de los actores que acuden al salón de té como clientes, se queda embarazada de él. El aborto obligatorio al que la someten sus padres porque lo consideran una deshonra, provoca la
muerte de la muchacha en una clínica clandestina. Sus compañeras de trabajo quedan muy conmocionadas ante la noticia.
Encontramos en la novela tres espacios narrativos. Uno de esos espacios es el salón de té, donde tiene lugar la mayor parte de la trama. Luego están las periferias obreras, que es donde habitan las trabajadoras, en humildes casas donde reina la escasez. El tercer espacio, es el mundo vanguardista del Madrid republicano, con coches, tranvías, velocidad, piquetes de huelga, etc.
El salón de té, a su vez, está dividido en varios espacios, que delimitan la distancia entre clientes y trabajadoras. La planta superior es para los clientes, mientras que la planta inferior, subterránea, es para los trabajadores, con una cocina tan oscura que deja ciego al cocinero, con un cuarto para cambiarse las trabajadoras de un metro cuadrado escaso. Zonas plagadas de suciedad e incomodidad que contrastan fuertemente con la planta a pie de calle donde se encuentra el salón de té donde se reúnen los clientes o, también, con la planta superior, donde Fermín, el dueño, tiene su despacho, donde solo pueden acceder los trabajadores para recibir el sueldo semanal.
La trama narrativa avanza a través de los despidos, las contrataciones y la posibilidad de una huelga general, deseada, aunque, en parte, temida. Uno de los despidos que encontramos en la novela es el de Felisa, quien, asustada por la entrada de un ratón en el salón de té, llama la atención de los clientes y eso produce su despido inmediato. En su puesto entra una chica de dieciséis años, llamada Marta, con una situación familiar muy desfavorable, que despierta la parte tierna de Antonia, que cuida de ella y le presta una de sus batas. Es también despedida cuando, la encargada, descubre a la joven robando una peseta. Luego Antonia verá, muy a su pesar, que la joven se dedica a la prostitución. Encontramos también el despido de Cañete, debido a las constantes visitas al salón de Rosa, su mujer, para increpar a la encargada por cómo se comporta.
Las reflexiones de la protagonista en torno a la institución matrimonial, en relación a la opresión que implica para la mujer, suposición de subalternidad que la obliga a responder con su cuerpo no solo a las exigencias del trabajo doméstico, sino también a la voluntad del varón como valedoras del placer de él, son fundamentales en el desarrollo de la trama y la intención de la autora que, quiere que se produzca la transformación social. Matilde deja claro en la novela que, el matrimonio y la prostitución, no son alternativas adecuadas para la emancipación de las obreras porque se encuentran siempre subyugadas a la angustia económica y a la obediencia obligada del cuerpo femenino.
Se insta en la novela la posibilidad de una huelga laboral convocada por los sindicatos de los trabajadores de Madrid. Se declara la huelga de camareros, mozos de restaurantes y cafés, así como similares. Sin embargo, la amenaza de despido de don Fermín paraliza a las trabajadoras, a pesar de la insistencia de Matilde. Es el propio jefe quien decide la situación de las empleadas en el conflicto. Decide cerrar el salón y dejarlas marchar.
Como hemos podido ver, Luisa Carnés tuvo peso, en su época, para conseguir que la mujer tuviera unas condiciones laborales mejores. Es por eso, por ayudar a que ahora las mujeres estemos mejor, por lo que me decidí a hablar sobre ella y su obra, escogiendo una de sus novelas más significativas al respecto.
Juana María Fernández Llobera
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