SECCIÓN LITERARIA
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M.Palou-Bosch
NORAH LANGE, OTRA LITERATA NO CONSIDERADA
La escritora Berta Nora Lange (1905-1972) era una mezcla de naciones, como casi todos los residentes o nacionalizados en Argentina. Italianos, alemanes, polacos, rusos y algún escandinavo conformaron la nación platense. Así fue el caso de nuestro personaje literario, Berta Nora, que decidió firmar sus escritos como Norah, quizás por respeto a sus ancestros de Escandinavia. Su padre era noruego (Gunnar Lange) y su madre (Berta Erjord) de ascendencia irlandesa y también noruega. La pareja tuvo seis hijos: un varón, el menor, y cinco niñas, siendo Nora la cuarta de la prole.
Todo iba bien. Era familia pudiente. Gunnar sabía de negocios. Pero la mala fortuna, este fantasma que sorprende cuando uno menos lo espera, revolvió el sosiego familiar. Fallece súbitamente Gunnar. La madre se queda sola con media docena de criaturas a su cargo. De Belgrano, barrio adinerado de Buenos Aries, se habían trasladado a Mendoza (a unos mil kilómetros de la ciudad porteña), donde el padre tenía proyectos. Esta desgracia hace que de nuevo deban trasladarse a la gran urbe capitalina, donde tendrían mayor ayuda y más contactos sociales para salir adelante. Pero, de nuevo, la guadaña visita el hogar, llevándose a la niña menor, Esther. Berta, entonces, vende sus bienes para recaudar y cubrir el presupuesto doméstico. No obstante, la madre tiene amigos importantes, pequeños burgueses (y otros no tan pequeños); lo cierto es que aquella familia femenina encandilaba a artistas y poetas, a periodistas y escritores. Eso sí, las jóvenes no podrán disfrutar con la convencional vida acomodada de las de su clase: las niñas, poco a poco, se introducen en el mundo laboral, trabajando de “secretarias o traductoras” (1), hecho que implicará más directa relación con escritores y compañías editoras. Así es cuando Norah va a nacer y aprovechará el desarrollo de su instinto creativo.
La casa de las Lange llega a ser un centro cultural, un club de poesía y literatura improvisada, con tangos incluidos (1). Cada sábado por la tarde aquella morada recibía los admiradores, todos masculinos, de la señora y sus doncellas: “Borges, Fco. Luis Bernárdez, Leopoldo Marechal y Jacobo Fijman” (1) celebraban fiestas creando poemas y canciones, discursos, chirigotas y actos similares. La joven Nora maravillaba con sus interpretaciones.
En 1925, Borges le prologa a Norah su primera obra: LA CALLE DE LA TARDE. Eran poemas sin rima; pero con dulce y lírica prosa: “en el aljibe se suicida el sol”, llega a leerse; o “la tarde hecha jirones, mendiga estrellas” (1). Según Jorgelina Núñez (1), sus admiradores prefieren más “a la excéntrica creadora de discursos desopilantes [la mayoría publicados] antes que a la poetisa”. Parece que aquellos varones poetas elegían más a la “musa” (1) que a la “escritora” (1), a la “animadora de banquetes” (1) que a la intelectual que era. Pero Norah no quiere centrarse en los
halagos ofrecidos en las fiestas y ágapes. La autora tiene cosas que decir, posee en su interior una carga múltiple de sentimientos. Por eso sigue publicando, que es lo que le interesa en el fondo: 1926, LOS DIAS Y LAS NOCHES (poesía); 1927, VOZ DE LA VIDA (novela); 1930, EL RUMBO DE LA ROSA (poesía); 1933, 45 DIAS Y 30 MARINEROS (novela); 1937, CUADERNOS DE INFANCIA (memorias); 1942, DISCURSOS (discursos en eventos); 1944, ANTES QUE MUERAN (memorias); 1950, PERSONAS EN LA SALA (novela); 1956, LOS DOS RETRATOS (novela); 1968, ESTIMADOS CONGÉNERES (discursos); 2006, OBRAS COMPLETAS (I y II), Editorial Beatriz Viterbo, Rosario (Argentina); VERSOS A UNA PLAZA (poesía). En 1937 obtiene el primer premio Municipal y el segundo premio Nacional de Literatura. En 1958 le entregan el Gran Premio de Honor y Medalla de Oro de la Sociedad Argentina de Escritores.
Aproximadamente en 1933 (otras fuentes hablan de 1943), conoce al escritor y poeta Oliverio Girondo (1891-1967). Girondo había estudiado en Inglaterra y también visitó Francia, contactando con gran número de intelectuales de entonces. Se interesó por el surrealismo (estilo al que yo insisto en denominarle sub-realismo, puesto que se basa en las percepciones del subconsciente; y lo que se hizo fue tomar literalmente el vocablo francés “surréalisme”) y se convirtió en uno de los representantes argentinos de este estilo. Conocer a Oliverio, y vivir con él 34 años (o 24), también abundó en el sistema de influencias sociales de Norah. Sin embargo, este estado de bonanza que viviría dentro del mundo artístico burgués argentino, o de cierta aristocracia intelectual de la época, no evitó que ella respetara su delicadeza por los entornos sociales más desfavorecidas. Así, Núñez (1) no olvida referirse a las críticas que también recibiría Lange: “…Norah produjo una literatura cuya recepción estuvo marcada por la incomodidad: […] porque supo mantenerse fiel al propósito vanguardista [ultraísta] de religar el arte con la vida […]”. Efectivamente, siempre insistiré en que, si el arte no puede relacionarse con las emociones individuales y colectivas, poco sentido tiene. Ella no dudaba, pues, aunque fuese discretamente, poner en tela de juicio “la moral dominante” (1). Núñez, en su artículo (1), piensa que la caída del “modernismo” (1) en Argentina fue a medias; pues “dejaron incólumes […]” (1) las cuestiones “sociales, políticas y morales” (1) que sí se cuestionaron en Europa.
Norah (1), por tanto, se preocupa por la ternura, la necesidad que tiene la criatura humana de cariño (CUADERNOS DE INFANCIA); por la justicia social (dominadores y dominados); en los “aprendizajes inútiles” (1) que sirven para domesticar y cumplir órdenes, pero no para asumir la existencia; de las penurias de cierta gente o ciertos colectivos, por enfermedades, hambrunas, violencia…, no en balde, Norah, aparte de sus propios achaques que habían sido asumidos, sin evitar los sufrimientos que implicaron, también se sensibilizó por aquella terrible guerra europea de 1914 (ella tenía nueve años), y mucho más cuando vivió a sus 40 años con las informaciones atroces que le llegaban de la Segunda Guerra Mundial. En aquella época conocería a muchos exiliados españoles, italianos y alemanes que huían de la persecución; y no todos ellos con las mismas creencias o ideas.
Por tanto, no sé si estarán de acuerdo conmigo, definiría al personaje como una creadora que vivió en un entorno socioeconómico convencional y asumible, y con ayuda suficiente para su carrera artística, pero sin olvidar nunca su sensibilidad más interna sobre quienes lo pasaban peor que ella. Y así triunfó en sus escritos. Creo que consiguió ser una ultraísta especial, diferenciada de la cúpula oficial de entonces de este estilo literario.
Muchas gracias.
(1) Núñez, Jorgelina. “Norah Lange, el regreso con gloria”, REVISTA Ñ (nº 89, julio 2005). Beatriz Viterbo Editora (www.beatrizvitebo.com.ar)
(2) Otras fuentes: Silvestri, Leonor. Prólogo de Molloy, Sylvia. NORAH LANGE: OBRAS COMPLETAS (II); 14/07/2006. (www.pagina12.com.ar/diario). No se ha encontrado mención alguna de esta escritora en ANTOLOGIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA, S.XII-XX de Rafael Ferreres (Edit. E. López Mezquida, Valencia, 1946) ni tampoco en HISTORIA DE LA LITERATURA UNIVERSAL de Ferrer, Jordi/Cañuelo, Susana, Edit. Optima, marzo 2022, Barcelona.
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