Curiosa como soy, siempre voy en busca de voces nuevas y en ese deambular por los espacios literarios, encuentro libros que me llaman la atención, como ha sido el caso del poemario ‘Volver a la casa de la mirada roja’ de Margarita Sanz Lobo, de la Editorial Adeshoras. En primer lugar, captó la atención el título, seguido de la ilustración de la portada, que me encantó y pude ver que la misma estaba realizada por Marta Campos Calero. Ahondando más, pude ver que es un poemario que indaga sobre la pérdida de un ser querido. Decidí entonces leerlo.
Pero antes de adentrarnos en la obra, me gusta saber algo de la autora, de la creadora de la obra, así que me puse a buscar y preguntar. Pues bien. Margarita Sanz Lobo, nació en Segovia en 1961. Estudió Filología Francesa e Hispánica, especializándose en traducción del francés. Estudió música y piano en el Conservatorio de Valladolid, lo cual la llevó, después, a trabajar como profesora de Música en Secundaria. Es, además, narradora oral y escribe para niños y adultos. Es integrante de la Tertulia de Literatura Infantil y Juvenil ‘El bosque de las palabras’ de la Librería Diagonal de Segovia, desde su fundación en el año 1998. Ha publicado relatos y poemas en revistas y antologías colectivas: International Poetry Review UNCG; El papagayo verde nº 4; Relatos nada clásicos (Ménades, 2021); Si cerca hubiese un mar. Homenaje a Ida Vitale (Las Lolas, 2023). Como contadora de cuentos formó parte del dúo ‘Las Damas Atrevidas’, con el que ha llevado la narración a los niños por un periodo de más de diez años. Del 22 de octubre al 13 de diciembre de 2020, expuso un proyecto multidisciplinar (música, artes plásticas y literatura) titulado ‘Vencer al olvido’, reconstruyendo la estancia de su abuela materna en la Residencia de Señoritas de Madrid. Es también la creadora del interesante blog de Literatura Infantil y Juvenil “Leer el mundo”.
No solo quise saber de la Escritora, también me interesé por la Ilustradora. Ya sabéis que doy mucha importancia a las Ilustraciones y que una de mis pasiones en pintar y dibujar, aparte de la Filología. Así supe que Marta Campos Calero, nació en 1975, en Ciudad Rodrigo (Salamanca). Es Licenciada en Bellas Artes, especialidad de Escultura, en la Universidad de Sevilla (1998), pero reside en Córdoba, donde es profesora de Educación Secundaria. Está especializada en fundición artística en bronce y es ilustradora en diversas publicaciones de ámbito nacional. Ha sido reconocida en numerosos certámenes, destacando el primer premio de Escultura en la 43ª edición del Concurso Nacional de Pintura y Escultura de Pozoblanco en 2007. Ha formado parte del encuentro artístico Sculpture Network New Year’s en Sevilla en 2013, la XV Bienal de Otoño de Sevilla en 2016 y el Concurso de Artes Plásticas DCoop en Antequera (2019). Para Adeshoras ha ilustrado el volumen de relatos de Roberto Ruíz de Huidobro ‘Con el viento de cara’, el poemario de Pepa Caro ‘Volver de las aceras sin memoria’ y la Antología de Miguel Hernández ‘Compañeros de nuestros días”. He realizado numerosas exposiciones de escultura y dibujo, con una especial vinculación al mundo del retrato.
Tocó la hora de hablar de la obra ‘Volver a la casa de la mirada roja’. Destacaría en primer lugar, que la autora tiene un estilo propio que la diferencia de las demás, algo que no creáis que sea tan fácil, bien lo sé. Por lo que veo, se muestra como es e incluso expone dicha cuestión en el poema cuyo título es “Solo soy”. Nos encontramos ante un poemario que se articula en tres partes, que responden al proceso que la autora vivió para enfrentarse a la pérdida de un ser querido. En la primera parte, <>, se plantea la búsqueda de la identidad en un momento en el que el desasosiego de la pérdida impide ver el mundo. La segunda parte, <
Pero vayamos un poco más allá, adentrémonos, aunque sea mínimamente, en las profundidades de este poemario. Vemos que la primera parte consta de siete poemas (Cantó el gallo; El alma rota; Ahora solo soy una palabra; Ratones; Domingo; Alguien y, por último, Te pareces). La segunda parte, consta de ocho (Ojos de sal; Lágrimas; Tiempo; Mujeres; Almas podridas; Frontera, Nada y, como último poema de esta parte, Corazón muerto). La tercera parte, es la que tiene mayor número, ya que consta de diez poemas (Mis rasgos; La vida; Insomnio; Jardín de otoño; Solo soy; Después del tiempo; Chocolate amargo; Recuerdos; Por fin y, por último, Volver a la casa de la mirada roja).
Comienza el poemario con el poema ‘Cantó el gallo’ que comienza así:
‘Cantó el gallo.
Y las calles perfumadas de dolor giraron a la izquierda
para llegar hasta la urdimbre del deseo’.
A lo largo del poemario encontraremos muchas metáforas con un potente significado, que muestran la profundidad de los sentimientos.
Hay un poema de la tercera parte, que se titula ‘Mis rasgos’, que me llamó mucho la atención. Comienza dicho poema de la siguiente forma:
‘A veces me pregunto de dónde vienen mis rasgos y me
doy cuenta de que el espejo no me lo ha contado todo’.
Hay, sin embargo, un poema de la segunda parte, titulado ‘Nada’, que me gusta mucho (no quiero decir con ello que sea el mejor), pero a mí me llegó. Comienza así:
‘La guerra ha terminado, los pájaros no quieren regresar.
El silencio se alimenta de patas negras y torres derribadas.
¿Hasta qué ribera llega el dolor?’
Como podéis ver, se trata de un poemario muy interesante, que pienso que vale mucho la pena ser leído. Espero que este artículo sirva para que os pique la curiosidad como a mí y lo leáis.
Juana María Fernández Llobera
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