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La belleza de un viaje, los anhelos

Miquel Palou-Bosch | 31 dic 2022

POIESIS

 

            Miquel Ferrà i Matorell (Última Hora, 23/11/2022, pág.49, PM) nos habla sobre las ansias de los primeros viajeros, expedicionarios en búsqueda de la belleza, en búsqueda de la materialización de sus sentimientos y anhelos. Son gente que necesita ver la ambigüedad y la ambivalencia del mundo. Son personas que necesitan de ideas constantes que inspiren la imaginación para sonsacar las tribulaciones de su interior. Son criaturas cuya curiosidad universal les intranquiliza y deben recorrer el orbe para descubrir nuevas tierras, nuevas etnias, nuevas culturas; deben viajar incansablemente buscando respuestas, fórmulas, reglas, procedimientos o tácticas para entender la humanidad.

            El autor nos menciona, al efecto, a Jacint Verdaguer i Santaló (17-5-1845; 10-6-1902), el gran poeta catalán ensalzado por su gran talento. En una de sus obras, Idil.lis i cants místics, parece desprenderse un especial lirismo dedicado a los “jóvenes emprendedores que van por el mundo cruzando mil fronteras” (M. Ferrà), sin temer a los peligros ni lances.

            También, Ferrà, nos comenta la obra de Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928), autor valenciano muy reputado. La vuelta al mundo de un novelista (1924, Valencia, edit. Prometeo). Blasco decía en su obra que se podía encontrar a “un mallorquín, y por ende a un catalán o un peninsular en cualquier rincón del planeta” (Ferrá), a pesar de lo complicado que resultaban los largos viajes de antaño, sólo posibles con barcos modestos, sin la tecnología de hoy en día, o con incómodos carruajes.

            Ferrá aporta unos bellos versos. No me queda claro si de Verdaguer o de Blasco; debería entender que son del primero, pero ahí me queda la duda al no especificarlo el articulista. No obstante, lo importante, para mí, es más el sentimiento que resplandece del poema que conocer al autor. Veamos la composición:

 

            Llegas de lejanas tierras,

            llegas de lejanas aguas,

            has visto el sol de dos mundos,

            y de dos cielos las estrellas.

            La estela de tu bajel,

            a la tierra ha dado por faja,

            atando con tres nudos de oro,

            Europa, América y Asia.

            Has recibido el beso del fuego,

            del simoun [simún] del Sahara,

            y el beso del aire que hiela,

            la sangre de los hijos de Islandia.

            Has visto nacer los grandes ríos,

            los has visto caer en cascadas,

            y morir dentro del mar,

            eternidad de las aguas.

            Has visto los palacios de Luxor,

            las cavernas de Elefanta,

            Himalaya desde el pie,

            el Montblanc desde la espalda,

            el Teide desde su frente…

           

            Del viaje, de la experiencia, de las vicisitudes que nos agobian, que nos angustian, que nos adormecen, que nos excitan, que nos alegran, que nos estimulan o que nos trastornan, nuestro interior responde: hasta nuestra piel modifica su temperatura, hasta nuestras entrañas se retuercen. Entonces no queda más que crear, que reproducir, que representar, que manifestar. Y de ahí surge la poiesis, derivado de poieien (griego clásico). Naturalmente, surgirá el vocablo poeima (cosa hecha). Como se observará, “poema” se desprende de poeima. El poema, la poesía es aquel sentimiento que puede surgir al exterior y dejar nuestro corazón tranquilo. Y, afortunadamente, tenemos infinidad de formas: la escritura, con sus prosas y sus poemas; la imagen, con la fotografía y la plástica, el dibujo y la pintura; la música, con la melodía; y el canto, este arte que combina la escritura (la canción) con la armonía y melodía sonoras.

            Pero también es arte, es poesía aquella criatura humana que deja quietos sus anhelos y se dedica a observar el mundo, la naturaleza, las gentes, y deja pasar el tiempo. Sólo que no es capaz de compartir sus sensaciones, su conmiseración, su delicadeza, su tristeza, su ternura, su pasión o su deseo. Vivir dejando pasar el tiempo, existir sin exigir, simplemente ser espectador; quizás esto también sea algún tipo de arte. 

            El autor del poema citado, decidió viajar para contrastar sus sentimientos con las emociones que le producían lo que veía, las nuevas formas y los nuevos colores: gentes extrañas, pueblos distintos, costumbres variadas, montañas diversas, temperaturas extremas, tiempos y espacios contradictorios, geografías opuestas. Al final pudo sacar de su interior el sentimiento que le afligía. Aunque, otras emociones, no dejarían de surcar por sus venas; y otra vez debería buscar para indagar lo que sentía en su interior, lo que aceleraban los latidos del corazón, lo que le inquietaba. Y, de esta forma, otros seres se identificaron con él y pudieron comprender, pudieron sosegar, apaciguar su alma.

            Buen viaje. Y feliz 2023.

                                                                                                    Miquel Palou-Bosch

 

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